sábado, 30 de marzo de 2019

PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO



Iº.EL HIJO PEQUEÑO

Lectura: Lc 15,11-20.[1]

[1]. El hecho sus detalles

1: El hecho
  •  Esta parábola sólo la cuenta Lucas. 
  •  Finalidad es resaltar el amor del Padre.
  • El pequeño y el mayor son el claro-oscuro que favorezca la figura del Padre.

2: Los detalles
  •             Una casa de campo, donde viven y trabajan un padre  con dos hijos.
  •             Un  día  el hijo pequeño pide lo  suyo,  porque  quiere marcharse de casa.
  •             Recoge la hacienda y se marcha. "Huye".
  •             Rompe el diálogo. Malbarata la hacienda y se hunde.
  •             Se queda sólo hambriento, cuidando cerdos.
  •             En la soledad reflexiona; mira su realidad.
  •             Se examina. Recuerda la casa: el Padre y el pan. Y decide volver.

2. Personalización
      (Se hace al estilo de un relectura de la par  bola).

1. Qué significa marcharse.
  •  Ausentarse. Huir. Escabullirse. Separarse. Desentenderse. Lavarse las manos.
  • Tomar camino propio y caprichosamente.  Romper la relación con los de casa. 

2. Cuál es mi casa.
  • Mi  casa es mi comunidad. Aquí viven mis  hermanos.  Con ellos soy familia.
  • Las otras casas son de "mi madre, mi padre, mis hermanos". Esta es mi casa. La
  • elegí para siempre.

3.Si me marcho de casa,  ¿de dónde me marcho?
  • Me  marcho de una casa por la cual  dejé  padre,  madre, hermanos, amigos,
  • posible esposa-o, hijos. Me marcho de mi lugar de trabajo, de oración, de  
  • convi­vencia, de reunión, de programación, de recreación, de proyección…

4. ¿Cuándo me marcho de casa?
Cuando me encierro en mí mismo y me aíslo de la  comuni­dad, de sus personas, de sus vidas, de sus problemas. Cuando me vuelvo individualista en mis trabajos, en mis cosas. Cuando no quiero darme: me inhibo, no quiero participar.
Cuando no quiero perdonar. Cuando trazo caminos secretos hacia fuera. Cuando
me niego a amar...


5. ¿Cuáles son las razones de mi huida?
Pueden ser: Egoísmo.- Comodidad.- Soberbia.-  Prepotencia intelectual.-  Rebeldía contra el grupo.- Miedo al compromiso con la comunidad.-
Antipatía con algún miembro de la casa.- Falta  de ilusión  por  la vida
comunitaria.- Apatía  ante  las  decisiones comunes.-  Un malestar comunitario con el cual no quiero  enfrentarme o aceptarlo.- Deseos de libertad personal absoluta.-  Cari­ños fuertes fuera de casa.-       
Cada uno se examine cuál es la razón de su huida.

6. ¿Qué dinero malbarato?
Malbarato: La intimidad familiar.- La alegría  comunita­ria.-  El  aporte personal al bien común.-  Mi  afectividad.-  Mi oración.- Los dones que debieran estar al servicio de la  comuni­dad.- Mi vocación.
Cada quien se examine, qué dinero malbarata y por qué lo malbarata.

7. ¿Qué resultado da la huida?
Pérdida  progresiva  de cariño hacia los  de  adentro  y derramamiento hacia afuera.- Soledad.- Aislamiento.- Rotura en la amistad,   en  el  diálogo,  en  la  oración,  en el  trabajo.-  Amargura.-  Tristeza.- Angustia.- Vacío interior.- Hastío  de  sí mismo por la doble vida, por la falta de valor para cambiar...por el fariseísmo vivido conscientemente.
            Cada uno se examine qué resultado personal le da "huir de la comunidad".



3. La vuelta
La reflexión sobre la vuelta la resumimos a tres puntos:

1.  Entró  dentro de sí. Y al entrar, se vio,  se  examinó. Mientras  estaba  fuera  de sí, se
            desconocía. No  sabía  lo  que pasaba por dentro.

2. Recordó el pan de la casa del Padre: El pan es amor,  es compañía, amistad,  familia.
            Sin este pan no se puede vivir.

3. Decidió volver: La vuelta es siempre fruto de una  deci­sión. De una decisión      radical.


II.EL HIJO MAYOR

Lectura: Lc 15,25-32.[1]

[1]. El Hecho y sus detalles

1. El Hecho
Es la tercera parte de la Parábola.
Es un juicio crítico sobre el comportamiento del  pueblo judío. El fiel no parece tan fiel.
Intentamos traerlo a nuestra vida.

2. Los detalles.
Los rasgos sobresalientes:
Físicamente no se marcha de casa. Trabaja.  Cumple  la ley de la familia. Un
día vuelve del campo. Oye ruido de fiesta en casa.
Decide no entrar en casa. Se entera por un criado de lo que pasa dentro.
Llama al padre afuera. Le reclama contra el hijo peque­ño.
El padre le responde con tono incisivo y con deseo  de convencerle para que
perdone a su hermano
Termina la parabola y no sabemos si el hermano entra o no entra a la fiesta.   

3.¿Dónde está la dificultad de conversión de los dos?

1. En el pequeño:
            En su propia suciedad personal.
En su hermano. El pequeño piensa en el pan en la casa, en el Padre. No piensa
en el hermano. Y sin embargo, decide  volver. Y lo hace.

2. En el mayor:
            En su creencia de ser justo, cumplidor, fiel.
En  su orgullo. (No siente necesidad de su  hermano.  Su orgullo mata su
capacidad de amar: lo ciega, no le deja verse, ni ver a otros. Por eso no
quiere entrar).



III. E  L    P  A  D  R  E

Lectura: Lc 15,20-24.31-32

[1]. El hecho y los detalles

1. El hecho nos servirá directamente de meditación

2. Los detalles los convertimos es esas notas previas
Tenemos siempre la tentación de hablar de un Dios  imper­sonal, celestial,
lejano, cuyos nombres no nos dicen ni mucho, ni poco: Yahvé, Jehová,
Eloín, El que soy...
En el nuevo Testamento se habla de Señor, Dios, Padre.
Jesús en esta parábola pronuncia el nombre de Padre.  Nos lo  saca  de un
contexto impersonal y nos la trae a  una  familia real. 
Así  vemos un Padre vivo, corpóreo; con  pies,  manos  y ojos; en casa,
preocupado, sufriente; alegre, feliz, comprensivo, dialogante, realmente
humano y bueno.
Un Padre cuya preocupación seria es la buena relación  de sus hijos.
Que  los hermanos se quieran, se perdonen,  celebren  el amor.
3. Con este Padre nos queremos encontrar.

2. El Padre

1.Relación del Padre con el hijo pequeño

1. Espera
             (Esta palabra no está escrita, pero se intuye).
            Puerta abierta. Manos abiertas. Corazón abierto.
Sin cansancio. Con dolor de corazón. Con plena  confianza de que algún día volverá.

 2. Lo ve primero
            El  padre al hijo. Los ojos del anciano ven  primero,  a pesar de los años.
            El Padre descubre y acierta.
Los  ojos iluminados por el amor ven más lejos  que  los ojos escocidos por el
dolor. El amor abre los ojos; el pecado  los cierra.

3. Compadecido. (Lleno de compasión
            Compadecer es padecer el dolor del otro, con el dolor del otro.
El Padre siente el dolor del hijo: dolor de vergüenza, de suciedad,  de  desastre
 personal; de verse  hecho  una  piltrafa humana.
El hijo pródigo está dentro del padre.

4. Corre. (Sale corriendo a su encuentro
            ¿Quién corre? ¿Por qué corre?
            El anciano corre. El anciano corre. El joven  simplemente regresa.
            El amor vuela. El arrepentimiento sólo camina.  
El amor alivia el peso de los años. El pecado nos encade­na los pies, nos estanca
y nos vuelve lentos.

5. Se echa al cuello
Sin reparo al olor, a las greñas, a la suciedad, al  tufo de aguardiente o a
perfume de prostíbulo. Sin reparo a nada, ni a nadie.
            Es mi hijo y eso me basta. Esa es la fuerza de  arrojarse al cuello.
                     

6 Lo besa efusivamente
            Efusivamente: derramando su espíritu en cada beso.
Con  calor, con ganas, con locura. Ante el  susto  y  el asombro  de  todos. Una
túnica nueva. Unas sandalias  nuevas.  Un anillo nuevo. El ternero más gordo. Vino. Música. Baile.
            Hagamos FIESTA.
Fiesta  en su corazón que baila de gozo.  Y  fiesta  con todos, porque la
familia se reconstruye y esto hay que celebrarlo con  banquete  de
 gala: Manteles, luces, flores.  Que  no  falte detalle. El perd¢ n     es fiesta.
Para Dios es fiesta perdonar.
      
2. Relación del Padre con el hijo mayor

1. El Padre corta la fiesta y sale de la sala.
            El  Padre busca la reconciliación. Sin eso  no  está  la fiesta completa.
Si para él es fiesta perdonar, igualmente es dolor obser­var  que  los hermanos
no se perdonen, se  reconcilien  y  entren juntos en el banquete del amor.
Por eso, ante el requerimiento del hijo mayor, corta  su fiesta, deja los invitados
y sale de la sala hacia el hijo.

2. Dialoga con el hijo mayor
            El diálogo es serio, cruzado y decidido.
Hijo mayor: Ese hijo tuyo, miserable, borracho,  muje­riego...Y le haces una
fiesta.      
Padre: Ese hermano tuyo ha vuelto, está vivo,  y  eso merece de parte nuestra
un fiesta.
Para  el Padre está claro: O hay perdón  o  está  todo perdido.  Por eso en el
encuentro del Padre con el Hijo mayor  no hay abrazos, ni besos, ni
alegría manifiesta.
            Y todo termina sin saber si entró o no entró a la fiesta.

3. Y esta es la conclusión final
            Para el Padre es una fiesta perdonar, recibir, salvar...
            El trabajo serio del Padre es hacer que los hermanos  se amen, se acepten, se
                        perdonen, celebren juntos la vida.


No hay comentarios:

EL RUIDO DE LA PALABRA

Toda reflexión es producto de la sonoridad de la palabra