sábado, 15 de julio de 2023

LO SEMBRADO EN TIERRA BUENA Mt. 13,1-23

 LO SEMBRADO EN TIERRA BUENA Mt. 13,1-23

Ante de que Jesús saliera de la casa a la orilla del mar donde pronuncia la parábola del sembrador, nos dice el evangelista Mateo 12, 46-50 que le llegaron buscando su madre y sus parientes. Ante esta sorpresiva visita Jesús declara que su madre y sus parientes es todo aquel que cumple la voluntad del Padre.

 Pasado aquel día, Jesús va a la orilla del mar y habla de la singular parábola del sembrador que salió a sembrar. Curiosamente esta parábola es de tierra adentro dicha a pescadores y a un pueblo acostumbrado hacer su vida del intercambio de los productos del mar.

Esta parábola describe 4 tipos de tierra y solo en una es posible sembrar. La primera es una tierra que es de camino y solo para ser pisada y no requiere cuidados todo se pierde en la orilla, el segundo tipo de tierra es pedregosa que no alberga mucha tierra nada puede alcanzar profundidad, la tercera tierra es donde abundan los espinos que nos dista mucho de ser pariente de la cizaña, y la ultima es la tierra buena.

¿Por qué es tierra buena?

Es tierra buena porque alguien decidió que tuviera dueño, alguien que la defendiera; imagen muy común en el Antiguo Testamento donde Dios se hace dueño de un pueblo, donde él será su Dios y defensor (Goel). Se vuelve tierra buena porque nadie la pisara más, sus piedras fueron sacadas, sus espinas cortadas y abonada con mejor tierra. Así surge una tierra buena, pero que exige sacrificio, tiempo y esfuerzo. 

La parábola tiene un punto desconcertante cuando los discípulos le preguntan a Jesús ¿Por qué les hablas en parábolas? Es como si que ellos esperaban algo más profundo que llevara al pueblo a un nivel de una posible sublevación, ¿qué puede hacer una parábola? La respuesta es más desconcertante aun: para que viendo no vean y oyendo no entiendan… pero se acerca la aclaración: dichosos lo que ustedes ven y sus oídos lo que oyen.

Esta parábola debe primero llegar al corazón de los discípulos quienes deben hacer de sus vidas una tierra buena, donde la palabra han de comprenderla para que no sea arrebatada de sus corazones; la palabra hace de sus vidas que sean constantes frente a la tribulación y la persecución que vivirán, donde las preocupaciones, las seducciones y la riqueza no ahoguen el Reino de Dios que se ha iniciado en ellos. Ellos deben ser tierra buena que superado todo lo anterior puedan ayudar a ver y escuchar a su pueblo.

La nueva familia de Jesús es aquella que cumple la voluntad de Dios y, su palabra la pone en práctica para convertirse en tierra buena.

La tierra buena ha sido ganada a palmo por palmo, es decir; esa tierra tiene nombre y eres tú… decide tú el rumbo.

domingo, 25 de junio de 2023

No tengan miedo quien mata el cuerpo (Mt. 10,26-33)

 

Las palabras de Jesús a sus discípulos invitan a tener valentía, confianza y buen ánimo en los momentos duros y difíciles de la vida y más cuando se viven persecuciones. La insistencia está en la palabra NO tener miedo, porque en el fondo está garantizando la asistencia divina, la angustia y el miedo no son motivos para negarse a la proclamación del Reino de Dios.

La amargura y la adversidad forman parte del seguimiento. El evangelio que se anuncia como llegada del Reino de Dios, nada ni nadie podrá contra él. El espíritu, la libertad y la vida que habita en el interior del evangelio no podrá ser neutralizado, aunque le quiten la vida de quien lo proclame.

El discípulo tiene como base la confianza inquebrantable en Dios a quien reconoce y lo llama Padre. Si el Padre cuida de los pájaros más pequeños e insignificantes ¿Cómo no va cuidar del hombre que proclama su Reino?

Las últimas palabras del texto Mt. 10,26-33, desembocan en el momento definitivo, al juicio final, porque lo suceda en el momento de la persecución será de igual forma en el juicio. Quien proclame a Jesucristo hasta el final, igual lo hará el mismo Jesús con el proclamador, quien sea vencido por el miedo aun conociendo la verdad encontraran en Jesús un acusador. 

La gran advertencia es que, si no tenemos un amor fuerte y una fe firme, fácilmente la vida queda atrapada en diferentes miedos donde el arriesgar es mínimo porque se vive en pequeños espacios de felicidad, reducida posición social que no se quiere perder; da miedo hacer el ridículo, confesar y luchar por auténticas convicciones.

 No tengas miedo…decide tú el rumbo.

sábado, 17 de junio de 2023

RUEGUEN AL DUEÑO DE LA COSECHA

 

Mt. 9,35-37; 10, 1-8 – Rueguen al dueño de la Mies.

 Hoy en el evangelio se nos ofrece una síntesis apretada de la actividad de Jesús que se expresa en la curación de un paralíticos que lo invita a levantarse, la sanación de una hemorroisa, dos ciegos y la liberación de un endemoniado, sin olvidarnos de la llamada que hace a Mateo y el comer en su casa con los recaudadores de impuestos (Cf Mt. 9, 1-32).

Toda la acción anterior lo lleva a tener compasión -no confundir con lastima- del pueblo.  La compasión de Jesús surge con la praxis de la cercanía (el estremecimiento). La compasión no surge sino estamos en camino, por eso no dice el evangelio que Jesús recorría las ciudades y aldea, no para hacer turismo, porque la Buena Noticia del Reino es luz que llega a lo mas oscuro de la vida (enfermedades y demonios)

     El ver de Jesús no se enmarca a en una acción sociológica, sino de profunda compresión hacia los vejados, enfermos, abatidos y atormentados.

     El discipulado al que Jesús invita, es desde la acción y la experiencia en querer hacer algo por la mies que es mucha. ¿Qué es la mies? En un primer momento se refiere a la cosecha del cultivo de la cebada, trigo y la avena, no hay referencia a la abundancia de la cizaña…Jesús recurría a las palabras de la vida diaria de los hebreos como en el caso de la actividad agrícola, para acercar el mensaje del Reino de Dios. En este caso al decir que la mies es mucha indica que: abundancia de gente a punto de convertirse, momento de buscarla.

     Frente a la llegada del Reino de Dios, son llamados aquellos que seran pescadores de hombres. Se les dio poder (posibilidad de…) de expulsar el mal, curar y sanar (cf. Mt 10,7). Cuando el evangelista hace referencia a los nombres de los discípulos, es porque cada uno de ellos siendo distintos, darían de si ocupándose de aquello en la que Dios no es responsable sino el mismo hombre; pero no van solo, los acompaña la promesa del Reino de Dios.

     Por último, la “instrucción” que Jesús ofrece a sus discípulos no son indicaciones, no es un recetario, no es un vademécum de cosas, es un cambio de mentalidad que primero parte de la propia casa (Pueblo de Israel) y en la pascua de la resurrección será fuera de la casa de Israel (Gentiles y Samaritanos). Esta instrucción es importante, siempre pensamos cambiar a los demás, cuando hemos empezar por los mas cercanos a nosotros mismos. Si el reino de Dios está cerca de nosotros, también lo están los enfermos, los muertos, los leprosos, los demonios…etc.

    Decide Tu el rumbo….

lunes, 12 de junio de 2023

YO SOY

Reflexión Dominical  / Jn. 6,51-58

 Hoy hacemos una mención muy muy especial a la Sagrada Eucaristía al celebrar en comunidad el Cuerpo y Sangre de Cristo. Sabemos que la eucaristía es y será siempre presencia de Jesucristo que es cuerpo y sangre para nosotros y mas para Venezuela que esta consagrada al Santísimo Sacramento.

 El evangelio que celebramos hoy de Jn. 6,51-58 abre con la frase o formula “YO SOY” que está vinculado a múltiples antecedentes que están en el Antiguo Testamento. La fórmula del Yo soy es utilizada por Dios para presentarse o definirse: Yo soy el que soy, Yo soy Yahvé tu Dios, Yo soy Yahvé, el único, y no hay otro (Cf Ex 3,14; 20, 1-2; Is. 45,5.6…)

El evangelio de Juan hace presente 7 veces los “Yo soy” que Jesús dice:

1.     Yo soy el pan de la vida. El hombre piensa que tiene pan suficiente, pero se muere de hambre

2.     Yo soy la luz del mundo. El hombre cree que ha descifrado todo, pero vivimos en oscuridad.

3.     Yo soy la puerta de las ovejas. El hombre cree que ya esta seguro de haber descubierto quien es, pero se siente solitario por que no vive la fraternidad

4.     Yo soy el buen pastor. El hombre admira los lideres de cualquier índole, y siempre termina decepcionado y engañado.

5.     Yo soy la resurrección y la vida. El hombre da culto al cuerpo y a la belleza que compra, pero el final siempre será la muerte

6.     Yo soy el Camino y la verdad. Para el hombre la estabilidad le garantiza el futuro, pero no acierta cual será el camino a seguir, siempre estaremos tanteando las decisiones.

7.     Yo soy la vid verdadera. El hombre piensa que posee la felicidad en sus logros alcanzados, pero siempre la dicha se le escapa.

 Todos los Yo soy están enmarcados en unas situaciones muy concretas de la vida de los discípulos y por supuestos también de las comunidades cristianas, por tanto, se afirma la plenitud y perfección, que Jesús es todo lo que el hombre necesita y lo buscado por el hombre para su vida se encuentra en Jesús, por eso “quien cree en él tiene la vida eterna (cf. Jn 3,16).

 Sigamos… los Yo soy, son parte de la revelación que Dios quiso vincular en su hijo muy amado. Los 7 Yo soy son un don absoluto y una gracia inimaginable que nos lleva a la salvación eterna. La revelación de los Yo soy dan de frente con una realidad, y es que vivimos de apariencias, cargados de oscuridad y tinieblas; solo aceptando a Jesús como revelador del Padre podremos tener plenitud de vida.

 Por otra parte, los Yo soy que Jesús indican, además de ser una revelación son una promesa que consta de una invitación: “el que coma de este pan vivirá para siempre…el come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna …. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en el…el que me come vivirá por mí.  Ahora frente a una promesa que se hace a manera de una invitación no vemos obligados de optar por el Yo soy o por aquello que es solo apariencia y engaño.

 

Ahora bien, decide tú el rumbo…

sábado, 30 de marzo de 2019

PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO



Iº.EL HIJO PEQUEÑO

Lectura: Lc 15,11-20.[1]

[1]. El hecho sus detalles

1: El hecho
  •  Esta parábola sólo la cuenta Lucas. 
  •  Finalidad es resaltar el amor del Padre.
  • El pequeño y el mayor son el claro-oscuro que favorezca la figura del Padre.

2: Los detalles
  •             Una casa de campo, donde viven y trabajan un padre  con dos hijos.
  •             Un  día  el hijo pequeño pide lo  suyo,  porque  quiere marcharse de casa.
  •             Recoge la hacienda y se marcha. "Huye".
  •             Rompe el diálogo. Malbarata la hacienda y se hunde.
  •             Se queda sólo hambriento, cuidando cerdos.
  •             En la soledad reflexiona; mira su realidad.
  •             Se examina. Recuerda la casa: el Padre y el pan. Y decide volver.

2. Personalización
      (Se hace al estilo de un relectura de la par  bola).

1. Qué significa marcharse.
  •  Ausentarse. Huir. Escabullirse. Separarse. Desentenderse. Lavarse las manos.
  • Tomar camino propio y caprichosamente.  Romper la relación con los de casa. 

2. Cuál es mi casa.
  • Mi  casa es mi comunidad. Aquí viven mis  hermanos.  Con ellos soy familia.
  • Las otras casas son de "mi madre, mi padre, mis hermanos". Esta es mi casa. La
  • elegí para siempre.

3.Si me marcho de casa,  ¿de dónde me marcho?
  • Me  marcho de una casa por la cual  dejé  padre,  madre, hermanos, amigos,
  • posible esposa-o, hijos. Me marcho de mi lugar de trabajo, de oración, de  
  • convi­vencia, de reunión, de programación, de recreación, de proyección…

4. ¿Cuándo me marcho de casa?
Cuando me encierro en mí mismo y me aíslo de la  comuni­dad, de sus personas, de sus vidas, de sus problemas. Cuando me vuelvo individualista en mis trabajos, en mis cosas. Cuando no quiero darme: me inhibo, no quiero participar.
Cuando no quiero perdonar. Cuando trazo caminos secretos hacia fuera. Cuando
me niego a amar...


5. ¿Cuáles son las razones de mi huida?
Pueden ser: Egoísmo.- Comodidad.- Soberbia.-  Prepotencia intelectual.-  Rebeldía contra el grupo.- Miedo al compromiso con la comunidad.-
Antipatía con algún miembro de la casa.- Falta  de ilusión  por  la vida
comunitaria.- Apatía  ante  las  decisiones comunes.-  Un malestar comunitario con el cual no quiero  enfrentarme o aceptarlo.- Deseos de libertad personal absoluta.-  Cari­ños fuertes fuera de casa.-       
Cada uno se examine cuál es la razón de su huida.

6. ¿Qué dinero malbarato?
Malbarato: La intimidad familiar.- La alegría  comunita­ria.-  El  aporte personal al bien común.-  Mi  afectividad.-  Mi oración.- Los dones que debieran estar al servicio de la  comuni­dad.- Mi vocación.
Cada quien se examine, qué dinero malbarata y por qué lo malbarata.

7. ¿Qué resultado da la huida?
Pérdida  progresiva  de cariño hacia los  de  adentro  y derramamiento hacia afuera.- Soledad.- Aislamiento.- Rotura en la amistad,   en  el  diálogo,  en  la  oración,  en el  trabajo.-  Amargura.-  Tristeza.- Angustia.- Vacío interior.- Hastío  de  sí mismo por la doble vida, por la falta de valor para cambiar...por el fariseísmo vivido conscientemente.
            Cada uno se examine qué resultado personal le da "huir de la comunidad".



3. La vuelta
La reflexión sobre la vuelta la resumimos a tres puntos:

1.  Entró  dentro de sí. Y al entrar, se vio,  se  examinó. Mientras  estaba  fuera  de sí, se
            desconocía. No  sabía  lo  que pasaba por dentro.

2. Recordó el pan de la casa del Padre: El pan es amor,  es compañía, amistad,  familia.
            Sin este pan no se puede vivir.

3. Decidió volver: La vuelta es siempre fruto de una  deci­sión. De una decisión      radical.


II.EL HIJO MAYOR

Lectura: Lc 15,25-32.[1]

[1]. El Hecho y sus detalles

1. El Hecho
Es la tercera parte de la Parábola.
Es un juicio crítico sobre el comportamiento del  pueblo judío. El fiel no parece tan fiel.
Intentamos traerlo a nuestra vida.

2. Los detalles.
Los rasgos sobresalientes:
Físicamente no se marcha de casa. Trabaja.  Cumple  la ley de la familia. Un
día vuelve del campo. Oye ruido de fiesta en casa.
Decide no entrar en casa. Se entera por un criado de lo que pasa dentro.
Llama al padre afuera. Le reclama contra el hijo peque­ño.
El padre le responde con tono incisivo y con deseo  de convencerle para que
perdone a su hermano
Termina la parabola y no sabemos si el hermano entra o no entra a la fiesta.   

3.¿Dónde está la dificultad de conversión de los dos?

1. En el pequeño:
            En su propia suciedad personal.
En su hermano. El pequeño piensa en el pan en la casa, en el Padre. No piensa
en el hermano. Y sin embargo, decide  volver. Y lo hace.

2. En el mayor:
            En su creencia de ser justo, cumplidor, fiel.
En  su orgullo. (No siente necesidad de su  hermano.  Su orgullo mata su
capacidad de amar: lo ciega, no le deja verse, ni ver a otros. Por eso no
quiere entrar).



III. E  L    P  A  D  R  E

Lectura: Lc 15,20-24.31-32

[1]. El hecho y los detalles

1. El hecho nos servirá directamente de meditación

2. Los detalles los convertimos es esas notas previas
Tenemos siempre la tentación de hablar de un Dios  imper­sonal, celestial,
lejano, cuyos nombres no nos dicen ni mucho, ni poco: Yahvé, Jehová,
Eloín, El que soy...
En el nuevo Testamento se habla de Señor, Dios, Padre.
Jesús en esta parábola pronuncia el nombre de Padre.  Nos lo  saca  de un
contexto impersonal y nos la trae a  una  familia real. 
Así  vemos un Padre vivo, corpóreo; con  pies,  manos  y ojos; en casa,
preocupado, sufriente; alegre, feliz, comprensivo, dialogante, realmente
humano y bueno.
Un Padre cuya preocupación seria es la buena relación  de sus hijos.
Que  los hermanos se quieran, se perdonen,  celebren  el amor.
3. Con este Padre nos queremos encontrar.

2. El Padre

1.Relación del Padre con el hijo pequeño

1. Espera
             (Esta palabra no está escrita, pero se intuye).
            Puerta abierta. Manos abiertas. Corazón abierto.
Sin cansancio. Con dolor de corazón. Con plena  confianza de que algún día volverá.

 2. Lo ve primero
            El  padre al hijo. Los ojos del anciano ven  primero,  a pesar de los años.
            El Padre descubre y acierta.
Los  ojos iluminados por el amor ven más lejos  que  los ojos escocidos por el
dolor. El amor abre los ojos; el pecado  los cierra.

3. Compadecido. (Lleno de compasión
            Compadecer es padecer el dolor del otro, con el dolor del otro.
El Padre siente el dolor del hijo: dolor de vergüenza, de suciedad,  de  desastre
 personal; de verse  hecho  una  piltrafa humana.
El hijo pródigo está dentro del padre.

4. Corre. (Sale corriendo a su encuentro
            ¿Quién corre? ¿Por qué corre?
            El anciano corre. El anciano corre. El joven  simplemente regresa.
            El amor vuela. El arrepentimiento sólo camina.  
El amor alivia el peso de los años. El pecado nos encade­na los pies, nos estanca
y nos vuelve lentos.

5. Se echa al cuello
Sin reparo al olor, a las greñas, a la suciedad, al  tufo de aguardiente o a
perfume de prostíbulo. Sin reparo a nada, ni a nadie.
            Es mi hijo y eso me basta. Esa es la fuerza de  arrojarse al cuello.
                     

6 Lo besa efusivamente
            Efusivamente: derramando su espíritu en cada beso.
Con  calor, con ganas, con locura. Ante el  susto  y  el asombro  de  todos. Una
túnica nueva. Unas sandalias  nuevas.  Un anillo nuevo. El ternero más gordo. Vino. Música. Baile.
            Hagamos FIESTA.
Fiesta  en su corazón que baila de gozo.  Y  fiesta  con todos, porque la
familia se reconstruye y esto hay que celebrarlo con  banquete  de
 gala: Manteles, luces, flores.  Que  no  falte detalle. El perd¢ n     es fiesta.
Para Dios es fiesta perdonar.
      
2. Relación del Padre con el hijo mayor

1. El Padre corta la fiesta y sale de la sala.
            El  Padre busca la reconciliación. Sin eso  no  está  la fiesta completa.
Si para él es fiesta perdonar, igualmente es dolor obser­var  que  los hermanos
no se perdonen, se  reconcilien  y  entren juntos en el banquete del amor.
Por eso, ante el requerimiento del hijo mayor, corta  su fiesta, deja los invitados
y sale de la sala hacia el hijo.

2. Dialoga con el hijo mayor
            El diálogo es serio, cruzado y decidido.
Hijo mayor: Ese hijo tuyo, miserable, borracho,  muje­riego...Y le haces una
fiesta.      
Padre: Ese hermano tuyo ha vuelto, está vivo,  y  eso merece de parte nuestra
un fiesta.
Para  el Padre está claro: O hay perdón  o  está  todo perdido.  Por eso en el
encuentro del Padre con el Hijo mayor  no hay abrazos, ni besos, ni
alegría manifiesta.
            Y todo termina sin saber si entró o no entró a la fiesta.

3. Y esta es la conclusión final
            Para el Padre es una fiesta perdonar, recibir, salvar...
            El trabajo serio del Padre es hacer que los hermanos  se amen, se acepten, se
                        perdonen, celebren juntos la vida.


martes, 12 de marzo de 2019

LA IMPOSICION DE LA CENIZA



Con este símbolo y cualquiera de las dos frases que suelen acompañarlo, se expresa un anhelo profundo: que el proyecto de hermano prevalezca sobre la tendencia fratricida. Con la frase tradicional “acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”, se nos advierte de los peligros de la autodivinización (pretender ser dueño absoluto de todo), la autorreferencia (el egocentrismo) y la autosuficiencia (la cerrazón). O con la expresión “Conviértete y cree en el Evangelio”, se nos indica la necesidad de la conversión, de poner la vista en otro camino y otro modo de ser: cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón compasivo.
En el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019 titulado “La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios”, encontramos una utopía (la redención de la creación), una realidad desafiante (la fuerza destructiva del pecado) y una necesidad (impulsar la fuerza regeneradora de la ley del amor).
Respecto al primer punto, el Papa afirma que, si el ser humano quiere beneficiar a la creación y cooperar con su redención, debe vivir “como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo, y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios”. Recordemos, en esta línea, que el proyecto inicial de Dios, entendido – como sostienen algunos teólogos – no como punto de partida sino como punto de llegada, supone una humanidad en relación con Él, de igualdad absoluta entre sus miembros, con un proyecto común de administrar responsablemente el mundo y en relación empática con los otros habitantes del planeta. Soñar con una humanidad y sociedad nuevas, es una tarea y una meta abierta a la participación de hombres y mujeres. El mensaje de Francisco sobre la Cuaresma hace patente ese compromiso.
El obispo de Roma nos habla también de una realidad afectada por la fuerza destructiva del pecado personal y colectivo. Como se sabe, según los primeros capítulos de la Biblia, los males más profundos que los seres humanos experimentan en su vida vienen como consecuencia de cuatro graves fracturas: con Dios, entre la pareja, entre los hermanos, y entre los pueblos. En este sentido, el mensaje papal señala que “cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca”. En definitiva, se trata, según Francisco, “del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás”. Aparecen aquí, como fuerzas deshumanizantes, lo que la ética denuncia como males actuales de gran impacto: el antropocentrismo, el etnocentrismo y el egocentrismo.
Ante estas fuerzas destructivas, el mensaje papal habla de la urgencia de una fuerza que vaya en el sentido contrario, esto es, que regenere, transforme, humanice. Enfatiza que la reversión de las fuerzas destructivas depende, en gran medida, de la acción de aquellos [hombres y mujeres] que se han convertido en una “nueva creación”. Esa nueva humanidad que entiende el ayuno, la oración y la limosna no como actos externos de cumplimiento, sino como estilo de vida. En esta línea, en el mensaje se explica que ayunar “es aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de ´devorarlo´ todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor… Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece…”.
La necesidad del protagonismo de esta nueva humanidad, eje temático del mensaje cuaresmal, nos recuerda el “sueño de una humanidad de liberados”. El ser humano que desde ahí se gesta aparece como una persona solidaria (se hace prójimo del otro); persona profética (con lucidez crítica desenmascara los mecanismos de opresión); persona comprometida (con los empobrecidos y contra la pobreza); persona libre (de egocentrismos y disponible para colaborar en construcción de una sociedad de liberados); persona jovial (porque relativiza las contradicciones y no se deja dominar por el enfado); persona contemplativa (porque a pesar de lo escabroso de la vida no pierde el sentido de gratuidad, de la fiesta y la convivencia fraterna; persona utópica (que trabaja por la pequeña utopía de asegurar el pan de cada día, por la gran utopía de una sociedad incluyente y justa, y por la utopía absoluta de la comunión con Dios en una creación totalmente redimida).
Para el Papa Francisco, toda la creación está llamada a salir de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad de los hijos e hijas de Dios. Pero ello supone la manifestación activa de esa nueva humanidad. De ahí la exhortación con la que concluye su mensaje:
“Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales”.

EL RUIDO DE LA PALABRA

Toda reflexión es producto de la sonoridad de la palabra