miércoles, 17 de junio de 2009

MI HIJA ESTÁ A PUNTO DE MORIR; VEN

Texto Mc 5,21-43

21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con insistencia diciendo: "Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva."

24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. 25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: "Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré."

29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. 30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: "¿Quién me ha tocado los vestidos?" 31 Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?""

32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. 34 El le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad."

35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: "Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?" 36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: "No temas; solamente ten fe."

37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.

39 Entra y les dice: "¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida."
40 Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.

41 Y tomando la mano de la niña, le dice: "= Talitá kum =", que quiere decir: "Muchacha, a ti te digo, levántate." 42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.



REFLEXION

21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar.

La vuelta de Jesús al territorio judío atrae a la multitud. Todas estas personas que acuden a él, parecen estar de acuerdo con las enseñanza y del modo de actuar de Jesús; él está en contra de la institución judía, de lo contrario la multitud la hubieran defendido, pero aun así no perciben la novedad de su mensaje (cf. Mc 4,26-32), lo siguen considerando un reformador restaurador de Israel.


22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con insistencia diciendo: " Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva."

El jefe de la sinagoga que se acerca a Jesús, no ejerce ningún poder religioso, sino una función administrativas, y es figura clave para la institución judía local. Este hombre llamado Jairo –cuyo nombre significa “el ilumina”, “resplandece” o “despierta”- no está cegado por el legalismo fariseo, a pesar de su gran responsabilidad. El acercamiento que hace a Jesús, lo lleva auna ruptura pública con la institución sinagogal, y lo expresa en el gesto: al verle, cae a sus pies. Es muy llamativo que el representante de la institucionalidad se echa a los pies del rechazado por la misma institución.

Jairo no va pedir, sino rogar profundamente y con insistencia, estos dos verbos eran de alguna manera los más vinculantes a la oración del justo judío en la sinagoga. En su rogar expone la razón de la misma: Mi hija está a punto de morir. Otro aspecto que abarca el rogar, es que le pide a Jesús lo que estaba prohibido por la ley hacia los enfermos: impón tus manos sobre ella. Pero en el fondo pide que al tocar sea la comunicación de la vida que se transmita porque así lo deja ver el final de su ruego: que se salve y viva.


24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. 25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: "Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré."

Jesús no responde con palabras, sino con la acción, y más en un caso de este calibre donde la vida está en un eminente peligro. Se resalta que Jesús se fue con él, de estará manera el maestro se hace compañero con Jairo.

Es la segunda vez en el evangelio de Marco que aparece la palabra multitudes. El hecho de que lo apretujan u oprimían, así se indica la fuerte esperanza de cercanía que desean tener con Jesús.

En el camino hacia la casa de Jairo, ocurrirá el contacto de la mujer enferma con el flujo de sangre, esto la hacía legalmente impura, y la ley la obligaba a tener cualquier contacto con los demás. Si le damos un vistazo rápidamente a Ez 36,17 el flujo menstrual es figura de infelidad de Israel, esto se suma que la enfermedad de la mujer lleva doce años, por tanto una cosa y la otra son alusión a la infidelidad de Israel que culmina también en los doce años de vida de la niña que muere.

El flujo continuo de la mujer la excluye de posiblemente tener un marido, esto la condena a la esterilidad y la hecha fuera de la alianza fecunda de un pueblo. Sumado a esto, la pérdida constante de sangre es perdida de la vida.

El versículo 26, presenta que todo aquello que tenia para vivir lo había invertido en los médicos, ella misma había buscado la solución a su problema entre los hombres, pero sus esfuerzos habían fracaso y la habían arruinado. Los que eran expertos en restituir la vida y la salud, han reducido a la mujer a la pobreza. Ella misma ha llegado la conclusión que en el sistema que vive no tiene solución para su mal.

Ella no conoce a Jesús “había oído” hablar de él (cf. Vs 27-28), y las noticias que le habían dado le abría un horizonte de esperanza, renacía en ella confianza. Su primer acto de fe, es que de Jesús solo puede salir vida.

Ella se confunde con la multitud que apretuja al maestro, piensa a sus adentro y toma una determinación: Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré. Su gesto es clandestino, ya que temía que fuera rechazada por su situación. El contacto que ella busca que es mínimo, no es mucho lo que ella pide. Este acto tan pequeño, pero cargado de una fe inmensa, no solo le daría la salud sino que también la salvaría. Salvar es mucho más amplio que un simple sanar.

29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. 30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: "¿Quién me ha tocado los vestidos?" 31 Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?""

El gesto es pequeño y la acción es inmediata y eficaz. El tocar a Jesús rompe el muro de la ley, ella queda curada y su confianza le demuestra que no ha quedado engañada como lo habían hecho los médicos que la habían tratado. Tanto ella como Jairo han roto con la institución Judía.

Jesús tiene conciencia que una fuerza ha salido de él. La vida de Jesús, que es su fuerza, está disponible para todos, y la curación de esta mujer es el contacto con su vida. La curación de la mujer fue “inmediata” y de igual manera es “inmediato” el darse cuenta de Jesús.

La pregunta de Jesús -"¿Quién me ha tocado los vestidos?"- fue hacer pública la ruptura de la mujer y que salga del anonimato. Pero la pregunta es incongruente a la conciencia de los discípulos, ellos no perciben el pequeñísimo gesto de la mujer, ellos no se fijan en la vestidura.

32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. 34 El le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad."

Jesús pone su mirar en los anhelos de los oprimidos, y especialmente en una que ha vivido una triple opresión: de la ley, la enfermedad y la exclusión. Jesús sabe lo que busca, y esto hace que la mujer salga del escondite del anonimato.

Ella está sana físicamente, pero en su interior hay temor y temblor, porque ella es consciente que lo ha hecho fue sin permiso. Teme que la reacción que Jesús pueda tener, y las consecuencia que la ley pueda aplicar. Me imagino que pudo haber pensado: para que la salud si ahora la ley puede apedrearme.

La pregunta de Jesús la involucra a ella, y en respuesta a la misma solo se postra. Su gesto es parte de su temor; delante de toda aquella gente cuenta su verdad.

Frente al temor y temblor, Jesús la llama Hija, significado que ella es objeto del amor profundo de Dios atreves de sus hijo. La paz que Jesús le ofrece antes que se vaya, le está indicando integridad, salud y bienestar, en el lenguaje de la época se llamaría Beraka (bendiciones de Dios). La palabra salvar significa comunicación de la vida divina.

Yo estoy convencido que esta mujer fue una gran discípula de Jesús, y no es de extrañar que sería una mujer fiel al seguimiento.


35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: "Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?" 36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: "No temas; solamente ten fe."

El versículo 35 busca conectar con la escena que ya se había iniciado. Mientras se celebra la vida que una mujer adquiere se anuncia la muerte de una vida que apenas comenzaba. Encontramos dos noticias una llena de vida y la otra de muerte.

La noticia del emisario indica la supresión de la esperanza, tanto que la interrogante -¿a qué molestar ya al Maestro- indica la poca fe del emisario en Jesús dador de vida. La pregunta que es peyorativa indica que ya no hay solución.

Jesús no hace caso de la situación y de la mala noticia, sino todo lo contrario invita a vencer el miedo y continuar en la esperanza en él: No temas; solamente ten fe. Si la mujer tuvo que vencer el obstáculo de la ley, Jairo tendrá que vencer el obstáculo de la muerte a través de la fe.


37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.

La elección de estos tres discípulos que menciona el versículo 37, lo hace ser testigo de la muerte y el poder la vida que dará Jesús, y no solo serán testigo de este hecho sino también de la transfiguración.

La casa del jefe de la sinagoga es una casa del duelo. El ambiente es solo de llanto y desesperanza. La sensación es que la muerte lo es todo. El alboroto que alude el versículo 38 es opuesto a la paz que Jesús ofreció a la mujer en el versículo 34.

39 Entra y les dice: "¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida." 40 Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.

Con la pregunta que hace Jesús -¿Por qué alborotáis y lloráis?- busca rectificar y cambiar todo aquel ambiente. La pregunta invita a revisar esa actitud. Las palabras de Jesús son tan similares a las de Dios en el Gn 1,1 que en medio del caos hace surgir la vida.

Jesús propone una manera totalmente distinta la forma de ver la muerte: La niña… está dormida. Al llamar a la muerte un sueño, le quita el poder definitivo y destructor. Pero esta manera de ver la muerte no es aceptada: se burlaban de él. Del llanto a se pasa a la risa o la burla.

Ante la burla Jesús actúa con autoridad, los hecha afuera a todos menos al padre, a la madre y discípulos. Prácticamente recompone la situación de la familia, los reúne.

41 Y tomando la mano de la niña, le dice: "= Talitá kum =", que quiere decir: "Muchacha, a ti te digo, levántate." 42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

El gesto de tomar la mano ya lo había hecho en la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,31) y al mismo tiempo da cumplimiento a la petición de Jairo (Mc 5,23) y transgrede a la ley (cf. Nm 19,11.13). El don de la vida está por encima de cualquier ley.

La niña es descendiente de judíos y como tal le habla en su lengua: Talitá kum. Al llamarla muchacha le anuncia una vida llena de fecundidad. Llamar a una joven muchacha y tener doce años, era la edad para los esponsales de la misma.

El efecto de las palabras de Jesús son inmediatas: “…se levantó al instante y se puso a andar…” Y por último Jesús ordena que le den de comer. La muchacha habrá de crecer y desarrollarse, tendrá que madurar y llegar a ser mujer. La nueva vida le viene de Jesús no de los padres. Desde aquel momento ella vivirá para hacer realidad su futuro.

¡Hasta Pronto!

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