miércoles, 17 de junio de 2009

PASEMOS A LA OTRA ORILLA

Texto Mc 4,35-41

35 Aquel día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla."

36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?"

39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?"

41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?"


Reflexión

Los versículos 35 al 41 son la ultima parte del capítulo cuatro, hemos de recordar que antes Jesús esta a la orilla del mar enseñando y es en este lugar donde ofrece la parábola del sembrador, posteriormente tendrá que aclarar a los discípulos en privado. Es muy importante la aclaratoria de la parábola porque en ella Jesús da entender la necesidad de sembrar – evangelizar- sin medir riesgos y en abundancia. La acción siguiente vendrá a expresar la intensión de Jesús de salir de los límites de Israel e ir más allá, por eso la gran propuesta y orden de Jesús: Pasemos a la otra orilla.

35 Aquel día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla."
Este versículo ofrece dos momento de tiempo (Aquel día, al atardecer), el primero es expresión de la actividad de Jesús que incluso alude a su muerte (cf. Mc 2,20; 14,25), el segundo es el tiempo de judío y es expresión de la incomprensión de los discípulos. El peso recae en la frase “aquel día”, ya que el mismo remite al “día de Yahve”

La invitación de Jesús de pasar a la otra orilla, en un primero momento es en referencia a Dt 2,7, por tanto el verbo pasar indica se aplica a un éxodo, es decir salir de los limites, la misión que Jesús expresaba ya de manera figurada en la parábola del sembrador, tiene que ir más allá de los límites del judaísmo y más allá de la tierra prometida.


36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?"

Jesús no deja la barca desde donde había comenzado su enseñanza (cf. Mc 4,1), incluso no va solo hay otra barcas. Con toda probabilidad que en la barca solo iban los hombres, gente experta en el oficio de la pesca y conocedores de estas aguas.

El grupo de barcas que se han lanzado a navegar, han dejado la tierra firme, simbólicamente podemos hablar, que están dispuestos abandonar la seguridad de la tierra, y aceptar la universalidad de la propuesta de Jesús que es ir más allá de los limites. Recuerden que este relato está escrito en clave simbólica pospascual

Los versículos 37-38. Curiosamente la palabra barca (ploiárion) es nombrada tres veces, y después que pasa la tempestad no se volverá a nombrar. El peligro se agudiza y lleva a los discípulos a despertar a Jesús. La preocupación de los hombres de la barca es totalmente opuesta a la de Jesús. Él está en calma y duerme, y es justamente en el lugar del timonel (la popa). El hecho de que Jesús duerma y el que no se deje sentir su presencia, indica que si la comunidad discipular no vive junto a él, están destinados al fracaso que pone en peligro hasta la vida misma . Los hombres de la barca sienten que han perdido el rumbo y la tempestad los pone en peligro, será Jesús quien tendrá que asumir el rumbo de la barca.

El peligro desespera a los discípulos que los lleva a despertar al maestro, dicho sea de paso en la toda la narración no aparece el nombre de Jesús. Ellos, se han dado cuenta que por sí solos no son capaces de salir del peligro. Tenían la experiencia que los hacía autosuficiente y les permitían actuar sin el apoyo de Jesús, pero ven que tanta experiencia como pescadores de nada sirve.


39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?"

El maestro (Jesús), responde inmediatamente sacándolos del peligro. La orden de callar se la dirige al viento como si fuera una persona, incluso la orden esta en referencia a dos escenas que ocurren en la sinagoga (cf. Mc 3,4; 1,25). Esta palabra viento –en griego ánemos-, aparece cuatro veces en el texto. Este viento es contrario a la fuerza de Dios.

Las palabras de Jesús acaban con el peligro. La pregunta de Jesús está cargada de extrañeza y reproche ante la presencia del miedo que los ha dominado. La segunda pregunta indica la causa del miedo; la falta de fe. Con la segunda pregunta se busca hacerles comprender lo equivocado que están en su actitud y estimular la adhesión él.


41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: “Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?”

Lo que el maestro buscaba en lo más profundo de sus discípulos no lo logra, no hay acercamiento y adhesión sino temor, si antes tuvieron miedo de la tempestad ahora sienten miedo de Jesús, y la razón de este miedo sigue siendo el mismo: falta de fe. Al faltar la fe, para ellos Jesús es una persona misteriosa, el poder que ven en Jesús lo ven como una amenaza, no se sienten salvados; lo llamaron maestro en el peligro, ahora no saben cómo definirlo. La pregunta que ellos mismo se hacen: ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?”, no tiene respuesta por el poder que ven en Jesús. La falta de fe no les permite descubrir el gran amor de Dios a través de su Hijo hacia ellos, solo ven un hombre que tiene poder. La incomprensión de los discípulos continúa.

Estimado lector (a), hoy tenemos muchos miedos en sentido negativo seria miedo a la verdad, a los cambios, a lo nuevo, etc., en sentido positivo por nos hace tomar conciencia de que somos frágiles y que las tempestades de la vida siempre amenazan la vida, y la ponen la deriva donde cada quien busca lo que mas le conviene. La exigencia del evangelio para nuestra es: 1.- Hemos de pasar a la otra orilla con Jesús, 2.- No vivir a la deriva, 3.- Aceptar que el silencio de Dios no es ausencia (dormir), 4.- Romper las amarras del miedo y emprender la travesia que no exige este nuevo siglo XXI, 5.- Pedir a Jesús que aumente nuestra fe.

Himno para reflexionar.

Con tanta protección
con tanta garantía,
con tanto amparo,
con tanta defensa,
con tantas murallas,
con tantos derechos,
con tantos caprichos,
estamos mal acostumbrados a bregar en el mar de la vida.

Y cualquier imprevisto,
Aun el más trivial y anodino,
la incertidumbre ante el futuro,
el presentimiento de un cambio,
el miedo a lo desconocido,
un dolor fortuito
la sospecha de nada concreto,
nos produce recelo.

¿Por qué temen, hombre de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.

Dia hay en que se nos nubla el cielo,
Y parece ennegrecerse el horizonte de la vida.
Nos sentimos acorralados, amenazados.
Los reveses de la vida,
Los caprichos de la suerte,
los avatares del destino…
La tierra tiembla bajo nuestros pies,
tiembla estremecida.
Podría hundirme, pensamos.

¿Por qué temen, hombre de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.

Un marinero se crece en la tormenta
mientras tierra adentro
hay quien se ahoga en un vaso de agua.
Los chaparrones solo duran horas,
nunca semanas.

¿Por qué temen, hombre de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.

A veces la fuerza del viento huracanado
puede arrastrarnos al desastre,
y destruir en unos minutos de inclemencia
la obra laboriosa y paciente de muchos años.
Andamos a la deriva y angustiados.
¡Señor sálvanos!.

¿Por qué temen, hombre de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.

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