viernes, 13 de febrero de 2009

SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME - QUIERO; QUEDA LIMPIO

TEXTO
MC 1,39-45

39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: "Si quieres, puedes limpiarme."

41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: "Quiero; queda limpio."
42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.

43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 44 "Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio."

45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.


REFLEXION


Previamente, se hace muy llamativo que en el texto los siguientes aspectos: el nombre de Jesús no se menciona, queda de manera tacita. El leproso no lleva nombre ni mucho menos se sabe de dónde viene. Por último el verbo que se usa es limpiar y purificar, no apare ce el verbo curar. Hecho este llamado de atención nos centramos en el texto.

Después de liberado el endemoniado, haber sanado a la suegra de Pedro y curado a los enfermos de las multitudes, siguen unas curaciones o liberaciones que tienen un significado muy kerigmatico para el evangelista.

39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Jesús continua con su itinerario en las sinagogas (lugar de reunión de los judíos integrados en el sistema religioso), con la diferencia que ahora predica o proclama para poder así remitir al anuncio del Reino de Dios, donde el plazo a terminado (superación del sistema religioso) y la necesidad de un cambio de vida se hace urgente (conversión). Con el verbo proclamar o predicar el Reino de Dios, el evangelista está dejando en claro que el mensaje de Jesús no está sujeto a la literalidad del antiguo testamento cuya base es solo enseñar. En rigor el verbo proclamar (keryssein) está en relación únicamente con la buena noticia.

Con la afirmación de expulsar demonios – ténganse en cuenta que los endemoniados están en las sinagogas- para el evangelista vienen a significar liberar de cualquier ideología alienante de odio y violencia contraria al plan de Dios


40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: "Si quieres, puedes limpiarme."


Este hombre, cuyo nombre no aparece, es el primer enfermo que se acerca a Jesús por iniciativa propia. En la pensamiento judío este hombre es impuro (Cf Lv 13,45) y por su enfermedad sufre un castigo de Dios, en una palabra un maldito. Este leproso aparece como la figura de la total representación de los marginados de Galilea. Es admirable en este hombre, que el deseo que tiene de salir de esta postración marginal lo ayuda a vencer el temor a la ley, y mueve el límite establecido por la misma para los leprosos en el momento que se le acerca a Jesús.

Sus palabras son expresión de angustia, incluso no le pide a Jesús que le toque. Su actitud es humilde y con una profunda confianza en el poder de Jesús. Este hombre en lo más profundo de su ser, busca eliminar el obstáculo que lo priva del amor de Dios. El leproso no duda de que Jesús pueda limpiarlo, pero no está seguro que quiera hacerlo.

Esta petición tan llena de fe y confianza nos remonta al episodio del profeta Eliseo cuando cura de la lepra a Naamán el sirio (Cf. 2R 5,11), en esta línea el evangelista nos lleva a pensar que la acción de Jesús no se limita solo al pueblo de Israel.

41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: "Quiero; queda limpio." 42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.


El verbo conmoverse (splagjnistheis) es aplicado solo a Dios en el antiguo testamento, y significa la ternura del amor de Dios por los hombres especialmente el más humilde.

La acción de Jesús en extender la mano expresa la acción liberadora y al mismo tiempo superación de la marginación religiosa y social. Este gesto de tocar invalida la fundamentación teológica de la impureza. La marginación no expresa la voluntad de Dios.

Las palabras de Jesús es respuesta a la petición del leproso. La expresión “quiero, queda limpio”, deja al descubierto que la ley no tiene piedad de la miseria de hombre. El leproso queda limpio por el contacto y la palabra de Jesús, es decir lo que negaba la ley (el contacto y la palabra) es otorgado en ternura donde Dios lo acepta como es. La lepra marginativa es solo etiqueta humana atribuida a Dios.

43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 44 "Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio."


El leproso le toca ahora abandonar la idea de que Dios excluye del amor algún hombre o mujer por su condición, más aun tiene que “convencerse de que la doctrina y la institución proceden de Dios o reflejan su ser, sino que se oponen a él”. La liberación de la marginación física no es suficiente, debe salir de la marginación espiritual y psíquica ya que correría del peligro de ser marginado nuevamente.

El sacarlo fuera de la sinagoga el que había sino leproso, lo hace un hombre emancipado del sistema religioso institucional. Jesús tiene muy pero muy claro que la legislación de lo puro e impuro es fruto de la legislación de Moisés y por tanto no tiene origen divino.

El rito -que no hará este hombre- denota el respeto que Jesús tiene hacia la ley y evitar un enfrentamiento con la institución, pero también impedir que se siga propagando una imagen de un simple curandero.


45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.


El hombre una vez sanado no va al templo porque ha llegado a la convicción “de que la institución judía y sus leyes han falseado la figura de Dios; que la marginación que él había sufrido era religiosamente un engaño y socialmente una injusticia” Entonces ¿para qué ir al templo?

La alegría y libertad que experimenta este hombre lo hacen un anunciador, no de lo sucedido, sino del mensaje en el que Dios ofrece su amor a todos.

El mensaje del que había sido leproso, hace que Jesús se convierta en un marginado porque no podía presentarse en público ni en ninguna ciudad entrar. Jesús, para las autoridades vigilantes de la observancia es un hombre impuro. El que libero de la marginación y la impureza se convertido en un impuro para la ley y un marginado de la sociedad.

Quedarse a las afuera era el lugar de la oración de Jesús y expresión de la ruptura con el sistema que genera lepras marginativas. La letra no es el punto central del episodio, es medio por el cual se hace una denuncia profética.

La respuesta de la personas es por el mensaje del que había sido leproso, y los que acuden no piden curaciones, solo muestran su adhesión a Jesús. Con esta acción curativa y liberadora de Jesús se pone fin a la predicación en las sinagogas de Galilea.

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EL RUIDO DE LA PALABRA

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