El nombre tradicional de esta parábola es EL HIJO PRÓDIGO, el verbo prodigar significa derrochar, gastar sin límites; y eso es lo que vemos en la parábola.
PERSONAJES
Padre: Es presentado como un hombre con dos hijos, extraña ausencia de la
mujer para tener el cuadro normal de una familia. Es nombrado Padre 6 veces. El hijo mejor lo
llama dos veces MI PADRE, en boca de los criados una vez y el hijo mayor nunca
utiliza la palabra padre. Este padre vive esperando siempre el regreso de su
hijo menor, explota de alegría, hace fiesta y demuestra un amor gratuito al
regreso del hijo menor. Este padre es capaz de ver en la lejanía y lo hace ser
hombre que acerca lejanías con el corazón. Humanamente hablando, lo primero que
ve este padre es un hombre sucio, débil, repugnante y derrotado, pero detrás de
toda esa miseria humana está un hijo, su gran tesoro de vida, por eso no
importa las apariencias, los olores ni las debilidades. El acercarse a su hijo
le conmueve las entrañas (cf. Os. 2,21; 11,8; Is. 49,13-16). El padre explota
de alegría paterna se echa sobre su cuello (Cf. Gen 33,4) como cuando Esaú
abrazo a Jacob, y lo cubre de besos. El beso comunica vida de acogida y ser
acogido, el beso es afecto, amor, amistad, protección, respeto y veneración; y
lo más impresionante que cualquier parte del cuerpo lo recibe. Si el beso es lo
más dulce entre las personas que se aman
(Cf. Cant 1,2; Prov 24,26), cuanto más es el beso de este padre hacia el
hijo menor. El padre no indaga la vida pasada de su hijo, el solamente ha
hablado con los pies, los brazos y los labios llenos de besos. Estos gestos
generan en el hijo una conciencia de la verdadera identidad de su padre. El amor de este padre cambia las cosas y
le devuelven una nueva condición de hijo en la túnica (honor), el anillo (poder)
y las sandalias (libertad). Con el becerro gordo que inaugura la fiesta el
padre presenta las razones de su alegría: “este
hijo mío… estaba muerto y perdido… vuelto a la vida y encontrado”, en una
palabra ha vuelto nacer.
HIJOS: Aparece cuatro veces el término hijo.
Hermano Menor: Rompe la paz de la familia – quizás internamente estaba fracturada- al pedir la herencia porque no quiere estar más en la casa, quiere
ser autónomo. El padre no pone objeción, no pregunta las causas, no cuestiona
la libertad del hijo, no busca retenerlo, no lo chantajea sentimentalmente, no
lo asusta con los peligros e inseguridades fuera de la casa. El hijo menor al irse despilfarra sus bienes,
vive sin esperanza y es cuando prueba la cercanía de la muerte y la degradación
personal. En un primer momento se pone en movimiento, busca superar el hambre
por sí mismo y se pone a trabajar cuidando cerdos, este oficio va en contra de
su formación (cf. Dt. 14,8), el pagano que lo contrata aparece en sustitución
del padre. La situación se va agudizando hasta el punto de querer envidiar la
comida de los animales (Cf Lc 15, 16). La bellota que eran comida de los
animales y de la gente más pobre “nadie
se la daba” esto nos recuerda la parábola de Lázaro que deseaba hartarse de
las migajas que caían de la mesa del rico pero nadie se las daba (Cf Lc
16,20-21). El hambre, la insolidaridad y la miseria provocan una toma de
conciencia de su mal camino y lo lleva a pensar en la comida y el pan que
tienen los trabajadores en la casa de su padre. Toma una decisión radical “me levantaré” y así inicia un camino
que lo comienza a levantar del hundimiento y reconoce: “he pecado” (Cf. Ex 9,27; Núm. 22,34; Miq. 7,9, 2ª Sam. 12,13). El
tomar conciencia de que faltó a su Padre y a Dios (Cf. Lc.15, 18 y Salmo 51,6).
Hermano Mayor: Trabaja en el campo, siempre fiel al mandato de su padre por tanto
su relación es de patrón a siervo. No quiere llamar como hermano a su hermano
menor, se refiere a él como: Tu hijo, ese hijo… Tampoco emplea la palabra
padre, porque no ha conocido bien quien y como es su padre. El hermano mayor está
lejos de la casa, del padre y de la alegría. Cuando le informan que volvió su
hermano, su padre mandó a matar el becerro gordo, porque lo ha recobrado sano. Él se llena de ira, que es contraria a la
misericordia del padre, su ira es en contra del padre y su hermano; no puede
entender el comportamiento de su padre; su ira y egoísmo lo hacen juzgar y
condenar a su hermano, esta actitud nos recuerdan el pleito de José con sus
hermanos (Cf. Gen. 37,11). Su padre salió a buscarlo, él va hacia su hijo mayor
(el primogénito) y frente al gesto de su padre el hijo mayor se desahoga e inicia un juicio frente a él y su hermano: “te sirvo sin desobedecer…nunca me has dado un cabrito”. Se presenta como trabajador obediente, tiene
mentalidad de esclavo y asalariado. Como hermano mayor se deslinda del hermano fracasado; no quiere contaminarse de su miseria, incluso llega ampliar las
maldades de su hermano para degradarlo ante los ojos de su padre para que
entienda que su hijo menor es una basura que merece un castigo no una fiesta.
El padre le responde con amor a su primogénito y le habla de una comunión
permanente de estar siempre con el: “todo
lo mío es tuyo”. El padre invita a este hijo a unirse a la fiesta y así que
comparta los sentimientos de solidaridad y cariño. Cada palabra del padre hacia
el hijo mayor busca restituir el tejido fraterno entre los hermanos, de ahí que
el hermano mayor entiende que para
entrar en la casa hay una sola puerta y es a través de su hermano. El entrar a
la casa deberá expresarle a su hermano signos de perdón y reconciliación y
alegría llena de esperanza por una nueva vida para su hermano.
CONSIDERACIONES FINALES
1. De esta parábola se desprende
que para entrar en la casa del padre hemos de pasar por los hermanos menores de
la vida.
2. Cada momento de la vida es para
conocer la verdadera identidad de Dios y así revisar nuestras imágenes de Dios.
3. Es importante tomar conciencia
de nuestros distanciamientos y lejanías
contrarias a la voluntad de Dios.
4. Aprender, que todo pecado es
lejanía y ruptura con la gran familia de Dios.
5. Vernos como hermanos menores en
proceso de conversión permanente.
6. A nivel comunitario hemos de
revisar los rasgos ocultos o evidentes que tenemos como el hermano mayor de la
parábola.
7. El perdón es signo de que toda
persona vive una experiencia de verse amado por Dios.
8.
Sin perdón es imposible
construir una civilización del amor.
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