domingo, 8 de junio de 2014

RECIBAN AL ESPIRITU SANTO


Texto Jn 20,19-23

En un primer momento la fiesta de pentecostés  en el pueblo de Israel, era una fiesta agrícola (cf. Ex 23,16: 34,22). Después paso a hacer una fiesta patria o histórica: en ella se recordaba la fiesta de la promulgación de la ley del Sinaí.

Cuando llegaba el día de la fiesta de Pentecostés  los judíos que estaban fuera volvían a Jerusalén  para celebrar pero no para quedarse.

El libro de los hechos de los apóstoles, nos narra que el día en que era celebrada esta fiesta acontece la llegada del Espíritu Santo. Los hombre y mujeres que estaban en el cenáculo estaban reunidos, temerosos y sin saber que hacer. Sera el Espíritu prometido por Jesús que hará estos hombre y mujeres en testigos cualificados para proclamar que el Reino de Dios a llegado y se hace presente en Jesús.

Cuando nosotros a 21 siglos después celebramos esta fiesta, asumimos que en Jesús encontramos el primer fruto definitivo del Reino de Dios, celebramos que Jesús es la ley máxima de Dios: tanto amo Dios al mundo que entrego su Hijo. Y desde Jesús asumimos lo mas genuino del resucitado ser también primicia para este mundo y ley echa carne en el mandato del maestro: amar, perdonar y servir.

De Jesús recibimos el don de la paz para continuar la misión que le había llevado a una muerte ignominiosa. En el paz del resucitado se nos otorga Espíritu que perpetua en nosotros y en los que están por venir la continuidad de la misión.

Espíritu Santo abre las puertas que están cerradas por miedos, otorga paz en la turbulencia de la vida, capacita con el perdón para descentrarnos de nuestros fallos y descubrir el pecado que se ha estructurado como dominio y opresión.

El Espíritu Santo no es uniformidad impuesta, es diversidad y comunión por eso son tan variados los dones que de él se recibe: sabiduría, ciencia, entendimiento, paciencia, temor de Dios, fortaleza y uno más que es la alegría. El Espíritu Santo siempre tendrá un don más que nos sorprende.

Quien  se deja tomar por el Espíritu descubre que la fuente su misión es el amor del Padre. Y se vive desde los primeros signos de las primeras comunidades cristianas: se vive desde el amor, se proclama con valentía, se sana lo esta enfermo, se acoge lo que se rechaza.

En el año 1968, el Obispo Ortodoxo Mons. Hazim dijo en Suecia  en una asamblea entre Cristianos y Ortodoxos:
Sin el Espíritu Santo, Dios queda lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia una mera organización, la autoridad un dominio, la misión una propaganda, el culto una evocación y el obrar cristiano –en concreto el servir- una moral de esclavos.
Tener al Espíritu Santo, Dios los sentimos como padre, Cristo se hace presente todo los días de nuestra vida, el evangelio potencia la vida para dar mas vida, la autoridad es un servicio liberador, el culto una fiesta anticipada del Reino y el obrar cristianos presencia servidora de Dios que es padre.



¡Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra!

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