En el encuentro de Jesús con la
Samaritana fueron "dos días" que paso junto a ellos (cf. Jn 4. 40). Los
dos días son un recurso del autor para poner a Jesús a las puertas del tercer
día. Jesús es lo que significa el tercer día, es decir, resurrección, vida.
Se presentan tres grandes
momentos en el texto: El primero es el diálogo de Jesús con sus discípulos en
los vs. 7-16 en el que, decidiendo acudir a donde está Lázaro, y el segundo es
el diálogo de Marta y de Jesús (vs. 17-27). Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba
ya cuatro días enterrado. Y con la muerte, la tristeza y la solidaridad humanas
ante lo inevitable. El tercer y definitivo momento del texto es la realización
de las palabras de Jesús: Lázaro vive.
El relato nos presenta la acción
significativa de un Dios que se manifiesta partidario de la vida. Jesús se
expresa como alguien tremendamente humano a quien un profundo dolor le hace
llorar. el llanto de Jesús por su amigo muerto demuestra es más importante un amigo que la propia vida.
Desafía a la muerte yendo a ver a Lázaro.
En primer lugar presentan una descripción
de la situación de lázaro: es un hombre enfermo, natural de Betania, es pobre y
tiene dos hermanas. Lázaro es el pobre, el desposeído de todo, no era sólo el
hambriento; era, incluso, el alimento de los gusanos. Una de sus hermanas
llamada María es una mujer valiente; ella perfuma los pie del maestro y los
seca con sus cabellos y es mujer osada al quedarse a los pie del maestro cuando
este habla a sus discípulos en su casa. Una mujer fuera de serie.
Marta y María anuncian a Jesús
que su amigo Lázaro está enfermo. Jesús responde que esta enfermedad no es para
la muerte, sino para que en ella se manifieste la gloria de Dios. Con estas
palabras alimentaba en las dos hermanas la esperanza de una posible curación
milagrosa. La demora es por el cerco mortal que los adversarios de Jesús han
montado en torno a Él.
La enfermedad de Lázaro no es
para muerte, sino para manifestar palpablemente la gloria de Dios, el amor que Dios tiene, revelado a través de
su Hijo (cf. v. 42). El amor de Jesús, es decir, la ocasión que va a propiciar
la posibilidad de amar desafiando a la muerte.
Por otra parte hablar de la gloria de Dios no es en el sentido
sociológico de la fama y honor resultante del hecho de resucitar a Lázaro, sino
el sentido esencial de lo que son Dios y su Hijo.
Lo inevitable ha sucedido: “Al llegar, Jesús se encontró con que ya
hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado… Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María
se quedó en la casa. Marta le dijo a Jesús: Señor,
si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto… ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último… Marta fue a llamar a su
hermana María, y le dijo en secreto: El Maestro está aquí y te llama… Cuando María llegó a donde estaba Jesús, se puso de rodillas a sus
pies, diciendo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto…”
Las figuras de las dos hermanas personifican dos
actitudes posibles ante la muerte. En Marta vemos a la mujer que en medio del
dolor crece en la fe. Marta cree, en definitiva, que lo inevitable no es
definitivo, pero su perspectiva es a largo plazo, en el futuro. En María la
mujer que padece el dolor en su profundidad. El hecho que Marta es la
que va a encontrar a Jesús concuerda con el papel más activo que ella tiene y
el papel más pasivo de María que Lucas 10 nos presenta.
Las hermanas informan a Jesús,
no hay petición explícita. No mencionan el nombre del hermano, sólo recuerdan
la relación que une a Jesús con él (tu amigo – aquel a quien tú quieres). El
vínculo de Jesús con cada uno se describe como una relación de afecto y
amistad. La enfermedad que lo lleva a la muerte no se debe a la falta de amor
de Jesús. Marta no le recrimina a Jesús solo le comenta “Si solo hubieras
estado aquí.” Ella sabe que Jesús no hubiera llegado a tiempo para prevenir la
muerte de Lázaro, la distancia no era corta. En medio dialogo Jesús afirma
abiertamente “Yo soy (griego: ego eimi) la resurrección y la vida” (v.
25). De esta manera “La promesa de resurrección y vida no se
encuentra en un evento distante, sino que ya están disponibles en la persona de
Jesús”
La fe en la resurrección es fe en la vida. No es una fe en una vida
indefinida sin más, sino en otra vida que es solo después de la muerte, sino
que también es fe en esta vida. Nuestra fe lucha contra toda losa de muerte y
ataduras mortuorias que reprime la vida. Amen
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