Pero tu cuando ayunes, perfúmate la cabeza... Mt 6, 17
Llegó el tiempo de la metanoia, de la conversión del corazón, de las
renuncias concretas a la cultura de muerte y a todos los sistemas que oprimen a
los seres humanos, un tiempo donde se desafía nuestra vocación profética,
¿Ayunamos será, de la hipocresía, del materialismo, de la indiferencia y de la
fe acomodada?
La honestidad
del corazón, debe de recuperar la conciencia de lo que nos motiva y de las
cosas que nos oprimen y en el peor caso oprimen la vida de otras personas. La
cuaresma debe de ser una invitación a la sencillez, nos pesa en la Iglesia el
egoísmo, la búsqueda del poder, las estructuras anquilosadas que evitan
escuchar el eco del Espíritu y sobre todo el poco compromiso con los pobres,
opción primera de Jesús, como lo demuestran los evangelios.
Estamos en un
tiempo donde la realidad nos urge, y los signos de la cuaresma (ceniza, actos
de piedad popular), tienen que reconfigurarse en el TESTIMONIO... El mundo
necesita conversos felices, conversos solidarios, conversos ecológicos,
conversos que trabajen por los derechos humanos y conversos que vivan la
fraternidad del amor...
Que esta
cuarentena de días, sean un tiempo de misericordia, donde cada uno
peregrine al desierto, lugar bíblico de las pruebas, de los desafíos y de las
decisiones, para implantar de una vez por todas el Reino de paz, de esperanza y
de justicia en la realidad... La Pascua nos debe colocar en la sensibilidad de
la vida, donde Cristo y la creación siguen padeciendo.
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