Jesús acude al Jordán como
uno más a bautizarse, no para indicar que estaba necesitado de conversión, sino
que con su actitud es la plena disposición aceptar hasta la misma muerte, el
llevar a término su misión. La misión de Jesús se enmarca entre los pecadores,
pero no se hizo partícipe del pecado humano, pero se acerca a los pecadores y
los acoge.
La experiencia del Jordán
tiene tres momentos; dos visuales y una auditiva
Experiencia visual:
·
El cielo abierto indicando así que la comunicación de
la misericordia de Dios y de su palabra será permanente a través del hijo. No
se volverá a cerrar el cielo, ha terminado la sequía: abrace le cielo y baje el salvador.
·
Bajada el espíritu santo: Con la presencia del espíritu
santo indica que la misión será permanente sobre el hijo predilecto. La
presencia de Dios en el hijo, no podrá pasar desapercibida a quien mire Jesús.
La misión es permanente porque aun no llega el cielo nuevo y la tierra nueva,
el discípulo tendrá una misión que no concluye aún.
Experiencia Auditiva
·
Tu eres mi hijo mi predilecto. La voz de Dios que es
culmen del relato, define quien es Jesús para Dios: JESUS ES: El Hijo, El
amado, El predilecto… que ha crecido en estatura, sabiduría y gracia delante de
Dios y los hombres. Para conocer a Jesús hay que sentirle como el hijo, el
amado y el predilecto.
En rigor. Abrirse al Espíritu
Santo es acoger humildemente la presencia creadora de Dios. Dejarse purificar y
dirigir por el Espíritu Santo. Vivir la fe como experiencia de amor que permite
llamar a Dios como Padre y acercarnos a los demás que son distintos. Si no,
estaremos bautizados solo con agua, pero no hemos experimentado el Espíritu de
Jesús que es fuego transformador.
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