sábado, 5 de enero de 2019

IRSE POR OTRO CAMINO

Cada vez que celebramos la fiesta de la Epifanía siempre se tiene la tentación de idealizar todo lo que el texto nos presenta como contexto histórico de las personas, que vivían en medio de una realidad fracturada y desesperanzada, llena de ira e impiedad, oprimida por el peso de un destino incierto. Esto había traído como consecuencia que se habían olvidado de la fuerza alteradora de palabras como «reconciliación» o «justicia»; no recordaban cómo era una vida de «solidaridad fraterna». Era un mundo donde una gran mayoría de personas no creía en un futuro bueno, ni tenían voluntad de construir un mundo mejor, Herodes les había arrebatado toda palabra, todo gesto y toda esperanza, por eso al llegar estos visitantes preguntando por un Rey distinto al que estaba causa sobresalto -dígase temor y porque no también alegría- Una palabra nueva HA NACIDO; se comenzó a anunciar una buena nueva que acontece cuando el odio y la violencia dominan los pensamientos y los corazones.
Irse por otro camino supone sanar la realidad que ha sido afectada por el mal estructural y hacer justicia para que no vuelva a ocurrir.
Irse por otro camino exige revisar nuestras maneras de relacionarnos, de hablar y tratar a los demás, de discernir lo que vivimos, y preguntarnos las verdaderas opciones que nos mueven.
Irse por otro camino «no se trata de pasar la página, sino de volver a leerla, pero esta vez juntos»; sin absolutizar el poder y la riqueza, sin humillar al que piensa distinto (Lc 6,20-26); mirando con compasión (Lc 6,27-49) y rechazando toda forma de violencia (Jn 18,36). Confiando en Dios, pero sin ser ingenuos (Lc 16,13).
Dejar la ira, la desesperanza, la impiedad…  y alentar la justicia, la solidaridad y la reconciliación, será nuestra mejor ofrenda al que ha nacido.
Amen


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EL RUIDO DE LA PALABRA

Toda reflexión es producto de la sonoridad de la palabra