sábado, 19 de septiembre de 2015

EL QUE ME ACOGE A MI, NO ES A MI A QUIEN ACOGE, SINO AL QUE ME HA ENVIADO Mc. 9,30-37


El  anuncio de la pasión de Jesús, tuvo que haber sido un momento muy determinante en la vida de los discípulos, ya que el proyecto de Jesús distaba mucho de los intereses de los discípulos. Esta es la segunda vez que Jesús habla de su pasión, y no dice quien le dará muerte como lo había anunciado en un primer momento. Los discípulos continúan sin entender y para más colmo no se atreven a preguntarle porque tenían miedo. Este miedo lo harán más evidente en el momento que se cumple este anuncio ya que ninguno de ellos fue capaz de permanecer en fidelidad discipular al momento de la pasión.



Otro elemento muy interesante para la reflexión, es que no aparece el título de Mesías sino que es sustituido por el de Hijo del Hombre. Esta designación de Hijo de Hombre expresa que el exaltado pasa por la humillación, y es el título que menos connotaciones políticas y triunfalismo tiene.



Los  interés de la comunidad discipular son: el rango de los miembros, el prestigio y el poder; frente al anuncio de la pasión y muerte de Jesús no tienen ninguna vinculación, ya que la pasión es contraria a los intereses de los discípulos y los nuestros.



El Reino de Dios comienza ser proclamado es por boca de hombres y no de los ángeles, por ende el corazón de estos hombres y los actuales discípulos del crucificado resucitado, debe estar purificado de interés mezquinos y expresados en una renuncia de sí mismo.



La presencia de Jesús juntos a sus discípulos siempre fue de servicio y entrega, nunca les demostró la búsqueda del prestigio o el poder, esto no lo captaron los discípulos, quizás ese el fondo del miedo; perder lo que se habían proyectado: quien sería el primero o quien ocuparía el primer puesto.



“¿De que discutían por el camino?”,  A esta pregunta se quedan callados los discípulos. Jesús tiene que penetrar ese silencio cargado de miedo y de interés propios. Surge una nueva regla para el discípulo será el valor del servicio como norma de conducta para quien le siga. El ser el último sirviendo a todos será la expresión de la propia renuncia de si mismo, el servidor de todo es el que toma la cruz y lo sigue.



Cuando se es el primero desde los parámetros de la renuncia, el llevar la cruz y ser último, es porque se ha hecho sitio en nuestra vida para los insignificantes, los pobre, los sencillos, los humildes, los luchan, los que lloran, los que aman… son tantos… Acoger a los que no cuentan es acoger al Dios de Jesús, no hacerlo es no servir  a Dios y es renunciar a la identidad cristiana. Ser cristiano es un proyecto de vida y para la vida.



El ser último contradice la historia del presente que se va basa en el dominio, la vanidad, el orgullo  y el poder.



Jesús hace una referencia a un niño ya que es el indefenso y socialmente el irrelevante, es un una criatura pura, abierta a la vida, llena de futuro y de una nueva historia por venir. “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”, que poco hemos educado en esta norma de Jesús y cuan necesaria se hace para los futuros líderes que vendrán para que sirvan sin pasar factura.



Hasta pronto amigos y amigas Online.

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EL RUIDO DE LA PALABRA

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