Nuestro punto de partida
para este 1er domingo del tiempo de adviento lo ponemos en las lectura del evangelio del domingo en la celebramos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Las
autoridades, los soldados y el malhechor que está en la junto a Jesús en el
calvario tienen un punto en común en sus burlas: SALVATE A TI MISMO. Los
evangelios nos han dado el legado de la fe, que Jesús nunca vivió para sí mismo
sino para los demás; y toda su vida fue en función de aquellos de se le negó el
derecho a vivir en plenitud dentro del pueblo elegido; dígase enfermos, pobres,
extranjeros, etc… Todos ellos siempre estuvieron marcados por una interpretación
de castigo de Dios.
En este tiempo de adviento es propicio
hacer un inventario de vida pero, mirando de frente el calvario de la vida de
miles y miles de hermanos que se les ha negado el derecho a vivir, ya no dentro
del pueblo elegido sino dentro del pueblo santo de Dios que esta de camino en
esta tierra y vive su fe dentro de la iglesia. Nos cuestionamos en este primer
domingo de adviento ¿Para quién hemos vivido en este año?
Cuando se vive para los demás
se tiene capacidad de convocatoria: subamos a la casa del Señor (cf Is 2,1-5),
se tiene capacidad de fraternidad misericordiosa, se tiene esperanza en que las espadas se
conviertan en arados y las lanzas podaderas, se tiene sentido de estar
preparados para los momentos más sorpresivos de la vida dígase; enfermedad,
problemas, etc… porque en cada situación de mal podemos convertirla en ocasión de
espera y experiencia de Dios por muy dura que la misma sea. Y por último
cuando se vive para los demás se cree y se vive la salvación como una realidad
de continua presencia de Dios en la vida.
La clave de este primer
domingo de adviento está en podamos iniciar una preparación y desarrollar una
capacidad de vigilancia que nos permite estar atentos a los signos de los
tiempos, eso evita que seamos ingenuos en la fe y ante la realidad responder de
manera profética. Tenemos fe en el futuro que nos acerca a nuevos comienzos y
nuevas oportunidades, de manera especial un nuevo comienzo con Dios y los
hermanos.
En el adviento es tomar
conciencia de que la noche está avanzada,
el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las
armas de la luz (Cf Rm 13,11-14)
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