El
texto nos dice que cuando Jesús iba de camino a una aldea -que para el evangelio
de Juan es Betania- Jesús es acogido en casa de una humilde familia compuesta
por dos hermanas (Marta y María) y un hermano (Lazaro) a quien Jesús le toma un
profundo cariño.
La
hospitalidad tiene dos dimensiones que se nutren mutuamente: 1) el escuchar a
quien se acoge, eso era lo que hacía María, estar con Jesús en una profunda
escucha en actitud discipular, porque a quien se acoge trae una noticia que
debe escucharse. 2) Servir a quien se recibe, en eso se encuentra Marta, a quien
podemos llamar Señora del servicio, ella
lo hace de manera desinteresada pero es un servicio agotador.
La
respuesta de Jesús a Marta no es de rechazo lo que critica es su modo de
trabajar de manera nerviosa, bajo presión de demasiadas ocupaciones y por eso
afirma que su hermana ha escogido la mejor parte que le ofrece una liberación como
mujer por estar en una situación de segundo plano de ser una simple ama de
casa. La amistad de Jesús con esta familia es de igualdad y los trata como
personas.
Marta
es la figura de las personas que viven atareadas con mil cosas por hacer, y
viven en sus tareas, se desviven y creen que eso los hace poseer la verdad. Es
muy duro ver cómo se vive como esclavo carentes de alegría.
María
es figura de las personas que buscan siempre novedad para sus vidas. Maria ha
escogido ser discípula por eso está a
los pies de Jesús aprendiendo a ver la vida desde la perspectiva de que Jesús
proclama y comunica. Ella acoge la palabra de vida que moldea y transforma.
Si
nuestra vida como cristianos no es moldeada por la palabra, y nuestro ser es
vivir como discípulos, por tanto todo nuestro hacer será una carga agobiante no se tendrá la capacidad de discernir cual es la mejor parte.
Escuchar
es clave para poder desempeñar el SER y
el HACER. Escuchar es sentir la vida a nuestro alrededor, sintonizar con las
personas, encontrarnos con nosotros mismos. Escuchar es una experiencia de
renacimiento gozoso.
Una
cosa es necesaria… no perdamos de vista esta afirmación porque casi sin darnos
cuenta, las actividades de cada día van modelando nuestra manera de ser. Si no
somos capaces de vivir desde dentro los acontecimientos cotidianos nos llevan por otros horizontes,
necesitamos tomar un tiempo que sea de descanso que se convierta en paz
interior.
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