La noche trágica se inicia en el huerto, que es lugar de vida y fecundidad, es el lugar propio de la comunidad discipular y de Jesús.
Jesús
sale al encuentro de aquellos que vienen con palos y armas, no les permite
llegar al huerto como tal, Jesús no se dirige a Judas sino a todo el grupo
armado: ¿a quien buscan? Y ante la respuesta YO SOY significa dos cosas: 1)
presencia salvadora de Dios 2) entrega voluntaria de Jesús.
El
ambiente se torna tenso y violento (cortar la oreja), Jesús ordena que se
limiten a la orden que traen, y pide que dejen en libertad a los suyos ya que
ninguno debe perder la vida por la violencia, los discípulos deben aprender a
darla por amor.
¿Por
que lo buscan para matarlo?
1.
Por liberar a su pueblo
y al hombre en particular. En Jesús, Dios libera a su pueblo y se une a su
camino. Por eso molesta. Jesús nos pone en éxodo.
2.
Por indicarnos
que hay a otro camino para este mundo. Para soñar otro mundo hemos de mirar cerca al crucificado en aquellos que
nadie quiere mirar. Por eso, su muerte estaba jurada por los poderosos de este
mundo, porque se atrevió a poner la mirada en lo prohibido de este mundo. En
perdonar lo que no se debía perdonar, tocar lo que no toca, mirar lo que estaba
oculto.
Jesús
el joven de Getsemaní; a mi en lo particular me gusta llamarlo así. Para
nuestro cronología Jesús muere joven, y muere a su hora como así lo indican los
evangelios, sus pocos años bastaron para revelar lo que Dios quería decir a los
hombres, por tanto, cuando se nos muere un niño, o un joven a temprana
edad, Dios nos quiere decir que quiere
construir un mundo nuevo para que esto no vuelva ocurrir y que la vida del
hombre sea la prueba de su amor absoluto, porque la mayor gloria de Dios es que
el hombre viva y tenga vida en abundancia. El amor de Dios expresado en su hijo
muerto en cruz nos dice que todos somos parte de una misma familia, todos somos
hijos de un mismo padre, estamos destinados a vivir en una misma casa y a estar
sentados juntos en una misma mesa.
Jesús
no responde al odio con el odio, ni combate la violencia con violencia prefiere
entregar la vida antes de hacerse participe de un sistema opresor, y muestra
así que Dios es amor y ajeno a toda violencia humana. El que ama tiene el poder
de comenzar de nuevo, nada le parece imposible.
En
el momento que sale a relucir una espada en el huerto, el evangelista nos dice
que Dios y Jesús no necesitan en este mundo defensores, ni protectores, porque
cuando usamos la violencia con el pretexto de hacer justicia divina, es
atribuir a Dios la misma injusticia que practicamos. Lo verdaderamente valido
–recuerdo aquí las palabras del Padre Juan Bautista en el día de ayer- es
repetir el gesto de Jesús, que es servir y entregar la vida por amor al hombre.
Cuando
ejecutaron a Jesús, prácticamente todos están de acuerdo en que era una medida
necesaria y sensata. Porque los distintos grupos tenían sus razones propias. El
ejército estaba convencido de que Jesús era un revolucionario político. Las
autoridades civiles lo vieron como perturbador
del orden público. Para los piadosos un idealista iluminado que curaba
en sábado y se acercaba a gente de mala reputación. Para los revolucionarios un
conservador porque iba a la sinagoga y predicaba en sábado y no generaba un
movimiento liberal, y para la gente a pesar de las esperanzas que había
suscitado, no era capaz de resolver los problemas de la vida.
Jesús
nunca había provocado a nadie, nunca había ofrecido resistencia abiertamente a
nadie, pero generó contradicción porque les toco el punto débil de cada uno, el
punto susceptible, el punto que molesta, por eso todos estaban en contra de él,
y ninguno a favor de él en el momento del Getsemaní, el juicio y la cruz. Entonces,
a quién buscaban por lo menos los pobres, los atormentados por el mal, los
pecadores, los enfermos; buscaban compasión. Y nosotros que buscamos en este día
del viernes santo.
Jesús
el hombre inocente frente al poder. Cuando Jesús esta delante de Pilato guarda
silencio, no se defiende y la pregunta de Pilato es clara: ¿Qué es lo que has
hecho? La respuesta es mucho más tajante que la pregunta, “He venido al mundo
para dar testimonio de la verdad y todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
La verdad de la que habla Jesús no es doctrina, no es tesis, no es explicación
intelectual, la verdad que enseña Jesús es de una relación íntima entre Dios y
su hijo con nosotros, que pasa por el dolor con caminos de gloria. La grandeza de
la verdad en el hombre y la mujer no están en lo externo, en los signos de
esplendor ni en el prestigio ante otros, sino en su calidad humana y fraterna.
Esa es la verdad de Jesús, un hombre de cálida humana y fraterna sin medida.
Cuando se entrega una vida a la muerte por mantener un cargo o un puesto de
poder, ese hombre o mujer pierden la cálida humana y fraterna, eso fue lo que
perdió Pilato.
Finalmente hermanos retomo la pregunta de Jesús: ¿A QUIÉN
BUSCAN? Y la vinculamos con un grito que es entrega: TENGO SED- TODO ESTÁ
CUMPLIDO.
En estas últimas palabras Jesús expresa su necesidad tal cual
como se lo expresó a la samaritana (Jn 4,7). Este grito de entrega no suscita la
respuesta que él desea, porque odio
llega a su culmen. El vinagre que le dan se opone al buen vino que ofreció
Jesús en las bodas de Caná, el vinagre es signo de falta de amor. A QUIÉN BUSCA
JESUS. Al que tenga sed por la vida.
TODO ESTÁ CUMPLIDO. De esta manera Jesús remata su obra en
una ofrenda total con su vida y así la salvación significa que “las cosas
pueden ser de otra manera”, que son posibles el amor y la solidaridad. Estas últimas
palabra del crucificado son la puerta a nuestra pascua. Que la pasión de Cristo
este grabada en nuestros corazones. AMEN.
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