La pobreza no es ambigua en la
parábola, el pobre tiene nombre, está cercano y visible. El rico que tiene
apellido y prestigio es anónimo en la parábola no tiene nombre. El pobre Lázaro
no está muy lejos del rico, el texto dice que está a la puerta de su casa, los
dos se encuentran todos los días pero están distantes. La distancia no la crea Lázaro
por ser pobre sino el rico por ser indiferente e inhumano. El abismo que los va
separar más allá de la muerte es solo la
continuidad de la trágica división querida por el rico y que su vez es
continuada por sus hermanos
La parábola de Lázaro y el
rico está estructurada en las categoría religiosas de la época sobre el más
allá: encontrar con Abraham era la meta y esperanza de todo judío piadoso de la
época, que más tarde para el mundo cristiano se llama Cielo. El abismo es lugar
de tormento que para el pensamiento cristiano es infierno. Ahora bien es muy
llamativo cuando el evangelista Lucas
afirma que ambos mueren; Lázaro es llevado o conducido por los ángeles y
sentado a la mesa es decir que su vida se transforma y continúa de otra manera,
no en pobreza y la miseria. El rico que es solo enterrado, es decir que su vida
no continúa y solo habita en lugar de muerte.
La parábola tiene el trasfondo
de la llegada del Reino de Dios y la conversión como decisión urgente que el hombre y la mujer
deben de asumir. Cuando la pobreza y la miseria humana se han convertido en algo normal y cotidiano, cuando cada quien
defiende su mundo de felicidad, cuando solo se acumula… esta parábola hace un
urgente llamado a la fraternidad y solidaridad.
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