La realidad más inmediata del pastoreo es sostener
y cuidar. Estos dos verbos cambian fortalecen y complementan la imagen del
pescador de hombre, porque se pasa hacer el apacentador de las ovejas, no por
ello se pierde el origen de la llamada como pescador de hombre al contrario la
concretiza.
Jesús al asignar a Pedro como pastor y al
insistir por tres veces “apacienta mis ovejas” le indica de manera directa no está
capacitado de apropiarse de los corderos y las ovejas (lo pequeño y lo pobre).
El pastor por excelencia es Cristo ya él es la puerta del rebaño.
Jesús conocía mejor a Pedro que él así mismo,
solo en la tercera vez cuando Jesús le preguntas ¿Pedro me quieres? se le afirma realidad del pastoreo solo cuando
se tiene la seguridad de que el pescador ama al maestro a quien negó tres
veces. Vamos a estar claro lo que no ama se destruye, se abandona, se descuida
y finalmente acontece la muerte (el lobo que hace estrago en el redil)
Quien haya de cuidar las ovejas debe mostrar
que ama Jesús incluso hasta dar la vida. El rebaño nunca será propiedad del
pastor y por ende nadie ocupa el puesto
de Jesús.
Si el
servicio de la autoridad se vuelve posesiva y dominante es clara expresión que
no se ama lo que debería servirse. La praxis del pastor es conocer, cuidar para que acontezca
la vida como regalo y bendición que proviene del dueño de las ovejas que las conoce por su
nombre
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