Partimos del hecho de la vida
de que Jesús creció dentro de una piadosa familia judía y fue iniciado desde niño en la veneración, respeto
a la ley (Torah) y las tradiciones llamadas Misná, con el pasar de los años
junto a las experiencias de vida que Jesús fue viviendo con su pueblo,
experimento una profunda evolución interior que paso por una “crisis” religiosa
al descubrir que el verdadero culto al Padre estaba sustentado solo en
tradiciones. Desde este supuesto el evangelio de Marco nos presenta que los
maestros de la ley indican que el acceso a Dios es a través de las tradiciones.
Frente a esta situación Jesús acude a la tradición profética que está muy por
encima de la Misna. Desde el profeta Isaías, Jesús censura a los fariseos y
escribas venidos de Jerusalén y desenmascara sus posiciones ideológicas muy
respetables para la época. La ideología de fondo seria dos:
1.- Se pretende ser de Dios
cumpliendo solo tradiciones humanas.
2.- Dar excesiva importancia
al culto y a los ritos manteniendo el corazón lejos de la conversión.
Un culto a Dios que solo sea
de tradiciones y ritos vacíos es inútil, es fácil lavar las manos y no
extenderla para el abrazo fraterno, es fácil rezar oraciones por decirla sin
buscar una profunda experiencia de Dios... Una piedad externa sino va
acompañada de actos y compromisos a los hermanos ocultan la verdadera conversión.
Nada que viene de afuera
mancha al hombre, lo que atenta contra la vida y la pone en peligro es todo
aquello que viene de adentro del corazón del ser humano.
Todos buscamos un mundo
nuevo, pero no es posible una nueva sociedad sin transformación interior de las
personas, sin conversión porque la maldad sale de dentro del ser humano.
Fijemos este simple detalle por decir alguno: sino vivimos la conversión en
superar el adulterios no tendremos familias sólidas, sino superamos el codicia
siempre la corrupción será parte de la muerte de cualquier sociedad, sino
tomamos conciencia de la calumnia y la arrogancia la amistad estará en jaque, y
así nos iremos jugando la moral y la ética cristiana de cada día.
En rigor de la palabra del
evangelista Marco, es una falsa ilusión creer o soñar que vamos camino de una
sociedad más justa y humana, si apenas nadie aparece dispuesto a reconvertir su
corazón, si seguimos aferrados a tradiciones y privilegios.
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