Jesús llega a identificarse con la viuda de las dos monedas
¿por qué? Ya en el Antiguo Testamento Dios exhorta a tener compasión de las
viudas (Cf. Ex. 22,22; Dt. 14,29;
16,11.14; 24, 17. Is. 1, 17. Jer. 7,6; 2,3). Jesús ataca aquellos que
atentan contra los recursos de las
viudas (Cf. Mc. 12,40) y las Iglesia primitiva asumirá como servicio (diaconia)
a las viudas. La viuda es el nuevo paradigma de la fe encarnada en Jesús hasta
sus últimas consecuencias a favor de los más pobre.
Los ricos echaban
donativos ya que la palabra DONATIVO significa regalos y no ofrenda. Las
ofrendas eran debidas a Dios, es un acto de reconocimiento de su autoridad y
paternidad hacia el hombre. El donativo en cambio es entrega de un presente no
estrictamente debido, o entregar algo a cambio de otros favores: comprar
conciencias. Por otra parte en el arca del tesoro, en el concepto hebreo, se
realiza el pacto de lo sagrado, simbolizado en el acto de colocarse dentro del
arca, darse a sí mismo para transformarse en tesoro.
Este grupo de ricos
que contribuyen con grandes sumas de dinero (echaban en cantidad); su
generosidad muestra que aprueban los métodos de la institución injusta y la
sostienen con gusto.
La viuda ofrece
unas moneditas y con ello entrega su
amarga pobreza. A los ricos se
contrapone la figura de una viuda pobre, miembro débil, indefenso, de la
sociedad (viuda) y sin relieve social (pobre). Su ofrenda es insignificante; no
es en realidad una contribución al sostenimiento del templo, sino un acto de
devoción, un símbolo de amor.
Jesús les enseña a
interpretar los hechos: compara el comportamiento de los ricos y el de la viuda
pobre. Su dicho es solemne (Os aseguro) y enuncia una paradoja: lo que es menos
vale más, lo poco del pobre vale más que lo mucho del rico.
Jesús mide el mérito
de la ofrenda de la viuda en términos de sacrificio que supone la donación de sí
misma. A juicio de Jesús la viuda con su escasa ofrenda se contra pone a la de
todos los ricos porque estos daban de la abundancia mientras que la viuda daba
de la carencia, por eso su ofrenda como entrega es mayor y más auténtica. Jesús
da un juicio general: todos han echado
de lo que les sobra. Dar de lo superfluo significa no dar lo esencial, que es
la persona. No son los ricos de Israel quienes valen a los ojos de Dios, sino
los que ponen su confianza en él.
La viuda deja en
manos de Dios la preocupación de la vida. Hace una elección clara entre Dios y
la riqueza. Esta opción es posible porque confía en Dios y es el criterio
fundamental que Jesús quiere transmitir para la vida de los discípulos.
La viuda ha dado de su indigencia, en
oposición a los ricos que dan de su poder y de sus privilegios. En este aspecto
contradice el proverbio según el cual nadie da lo que no tiene; esta mujer, en
cambio, solo posee lo que ha dado.
¿Se puede ver en ella una imagen de Dios? Si Dios nos diera solo de su abundancia, estaría
perfectamente representado por los donantes ricos y no por la ofrenda de la
viuda; en este caso carecería de sentido la importancia que Jesús atribuye al
gesto de la mujer necesitada que ofrece parte de lo que ella necesita.
¿Qué pensaba aquella mujer cuando se dirigía con sus pobres
ahorros a hacer una limosna en el Templo de Dios? No lo sabemos. Lo
más probable es que recordase lo alabada que es la limosna en la Sagrada
Escritura, y al mismo tiempo le viniese a la cabeza que se quedaba sin nada
para comer aquel día. Hay cosas
que sólo se pueden hacer cuando se tiene fe y ella la tenía en abundancia.
Su limosna era oración con fe, pero oración difícil
que se acompaña con el sacrificio y contiene deseos de purificación ante Dios. La
viuda generosa da una lección callada de actuar de cara a Dios.
Es un hecho que los
pobres suelen dar limosna con gran prontitud, esta es una lección que a lo
largo del tiempo me han enseñado en las comunidades pobres. Es lógico que
sea así, ya que conocen lo duro que es la carencia de algo necesario; si se dan
cuenta de que otro está peor que ellos lo ayudan. Muchos, a pesar que tienen de
sobras, ni siquiera se dan cuenta de los dolores del pobre.
La viuda pobre acudió
al Templo ocultando lo poco que estaba dando, como si le pareciese una miseria
comparado con lo mucho que daban otros; ellos echaron mucho de lo mucho que tenían;
ella echó todo lo que poseía. Mucho tenía, pues tenía a Dios en el corazón. Es
más poseer a Dios en el corazón que echar oro en el arca.
Finalmente
pienso que la viuda del templo sabía que su limosna
no solucionaba nada, su ofrenda era un acto, por así decirlo inútil, pero al
renunciar a unas moneditas, renuncia aun un modesto plato de comida, se deja caer,
cerrando los ojos y con las manos vacías, en brazos de Dios. Ofrenda a
Dios todo lo que tiene, lo que ella necesita para vivir, afirmando con esto que
Dios es el valor supremo y que su vida no depende del dinero, sino de ese Dios
que da la vida a quien se entrega a él por amor. Esta viuda sabe que el primer
mandamiento es amar al Señor con todo su corazón y lo pone en práctica dando de
lo que le hace falta para vivir y confiando en la generosidad de ese Dios que
da la vida a todos.
Hasta
pronto mis amigos y amigas Online.
No hay comentarios:
Publicar un comentario