domingo, 4 de octubre de 2015

LOS DOS SERAN UNA SOLA COSA Mc 10, 1-12


El fariseo interrumpe la enseñanza de Jesús para plantearle una pregunta muy peculiar pues ya que conocía perfectamente lo que establecía la ley de Moisés. Ellos sospechan que la postura de Jesús frente al tema del “divorcio” es contraria a la ley, por eso afirma el evangelista que le preguntan con la intención de tentarlo.  
La pregunta surge porque Jesús insiste en la igualdad entre los seres humanos ya que Dios hace salir el sol para buenos y malos. La ley era clara que favorecía el poder y el prestigio del hombre y no de la mujer ahora bien ¿Jesús cedería al principio de la superioridad masculina?

Frente a la pregunta si estaba permitido al marido repudiar a su mujer, Jesús dirige otra pregunta ¿Qué mando Moisés? Con esta pregunta Jesús no cae en las discusiones estériles con respecto al tema. Lo que estableció Moisés (Cf Dt 24,1-4) es que el hombre vuelva a casarse con la misma mujer y viceversa.

La forma de vivir (dureza y obstinación) entre un hombre y una mujer nada buena, lleva a Moisés a establecer esta salida, no todo lo que está escrito en la ley refleja siempre la voluntad divina sino que también la circunstancias históricas acondicionaron parte de lo legislado.

Jesús prescinde de la ley de Moisés y se remite al designio creador,  lo que fue establecido en los orígenes y así establece que la realidad humana desde ser interpretada a partir de Dios no desde Moisés.

Las palabras de Jesús en respuesta al fariseo se enmarcan dentro de Gn 1,27 y 2,24 donde la creación del hombre y la mujer se funda en la fecundidad y el cuidado de la creación y el segundo texto es para salvar la originalidad de la unidad.

Jesús no cita ninguna ley religiosa porque la diversidad hombre y mujer, la atracción mutua y la unión hombre y mujer fueron pretendidas por Dios como proyecto original, lo legislado después es coyuntural y accidental no es lo determinante. 


El hombre y la mujer unidos son para cuidar el otro del otro y así se sustituye la protección de la familia de origen. El estar unidos indica que ningunos de los dos es superior al otro a pesar de las diferencias que pueda tener ambos.


Jesús condena la unilateralidad -entiéndase como dominio- de los cónyuges porque destruye la unidad creada por Dios y solo se contrapone el acto humano al divino. Las palabras de Jesús se oponen a la costumbre ancestral de la sociedad judía y del mundo antiguo.


El tema en cuestión se prolonga con los discípulos que de alguna manera también es clave para ellos ya que entre los discípulos se encuentran hombres casados.  Jesús va reafirmar la igual del hombre y la mujer rechazando cualquier posibilidad de repudio. En época de Jesús es inconcebible que una mujer rechace a su marido.



¡Hasta Pronto mis amigos y amigas online!

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EL RUIDO DE LA PALABRA

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