El fariseo interrumpe la enseñanza de Jesús para
plantearle una pregunta muy peculiar pues ya que conocía perfectamente lo que establecía
la ley de Moisés. Ellos sospechan que la postura de Jesús frente al tema del “divorcio”
es contraria a la ley, por eso afirma el evangelista que le preguntan con la intención
de tentarlo.
La pregunta surge porque Jesús insiste en la
igualdad entre los seres humanos ya que Dios hace salir el sol para buenos y
malos. La ley era clara que favorecía el poder y el prestigio del hombre y no
de la mujer ahora bien ¿Jesús cedería al principio de la superioridad
masculina?
Frente a la pregunta si estaba permitido al
marido repudiar a su mujer, Jesús dirige otra pregunta ¿Qué mando Moisés? Con
esta pregunta Jesús no cae en las discusiones estériles con respecto al tema. Lo
que estableció Moisés (Cf Dt 24,1-4) es que el hombre vuelva a casarse con la
misma mujer y viceversa.
La forma de vivir (dureza y obstinación) entre
un hombre y una mujer nada buena, lleva a Moisés a establecer esta salida, no
todo lo que está escrito en la ley refleja siempre la voluntad divina sino que también
la circunstancias históricas acondicionaron parte de lo legislado.
Jesús prescinde de la ley de Moisés y se remite
al designio creador, lo que fue
establecido en los orígenes y así establece que la realidad humana desde ser
interpretada a partir de Dios no desde Moisés.
Las palabras de Jesús en respuesta al fariseo
se enmarcan dentro de Gn 1,27 y 2,24 donde la creación del hombre y la mujer se
funda en la fecundidad y el cuidado de la creación y el segundo texto es para
salvar la originalidad de la unidad.
Jesús no cita ninguna ley religiosa porque la
diversidad hombre y mujer, la atracción mutua y la unión hombre y mujer fueron
pretendidas por Dios como proyecto original, lo legislado después es coyuntural
y accidental no es lo determinante.
El hombre y la mujer unidos son para cuidar el
otro del otro y así se sustituye la protección de la familia de origen. El
estar unidos indica que ningunos de los dos es superior al otro a pesar de las
diferencias que pueda tener ambos.
Jesús condena la unilateralidad -entiéndase como
dominio- de los cónyuges porque destruye la unidad creada por Dios y solo se
contrapone el acto humano al divino. Las palabras de Jesús se oponen a la
costumbre ancestral de la sociedad judía y del mundo antiguo.
El tema en cuestión se prolonga con los discípulos
que de alguna manera también es clave para ellos ya que entre los discípulos
se encuentran hombres casados. Jesús va
reafirmar la igual del hombre y la mujer rechazando cualquier posibilidad de
repudio. En época de Jesús es inconcebible que una mujer rechace a su marido.
¡Hasta Pronto mis amigos y amigas online!
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