sábado, 22 de agosto de 2015

Esta manera de hablar es inaceptable. Jn 6,60-69




Las palabras de Jesús provocan una fuerte resistencia entre los seguidores, han interpretado mal la donación de Jesús de sus carne y de su sangre (punto central del rechazo), consideran un fracaso y una debilidad semejante afirmación, se le hace más fácil tener la idea de un Mesías rey que reparte panes y por eso muchos deciden abandonarlo, otros como las autoridades murmuran. No aceptan la identidad del Mesías que es dar la vida como máxima expresión del amor y única fuerza que genera vida.



Se mantiene el grupo más cercano  e íntimo como son los dos apóstoles, lo seguidores y simpatizantes lo dejan. Pedro en cuanto representante de los doce no confiesa a Jesús como mesías,  ni mucho menos como Hijo del Hombre o el Hijo de Dios, lo proclama como el SANTO DE DIOS, indicando así la suprema dignidad de Jesús como la personificación de la santidad divina, el Mesías tal como Dios lo quiere y no según los intereses de los hombres, ya que el Mesías según la carne corresponde a un dominador que se impone no por el servicio y la entrega sino por el poder que somete.



A mi parece que hoy a muchos cristianos no les preocupan los dogmas y sus respectivas definiciones porque ya están, sino ¿Cómo orientar sus vida según la propuesta del evangelio en la que todo debe quedar subordinado a los mandamiento? y, más aún ¿Por qué un hombre como Jesús ha de ser el que revela a Dios? Por ende la pregunta de Jesús sigue siendo interpelación a nosotros: ¿ustedes también quieren dejarme? Pues bien tarde o temprano hemos de tomar una decisión y dar una respuesta porque muchos son los llamados y poco son los que escogen.



En este texto de Jn 6, 60-69 está un gran tema y es el de la fe. La fe verdadera y auténtica no se establece sobre explicaciones bien fundadas ni en las dudas sino en la sinceridad de vida de la persona como busca a Dios y en donde  llega a confesar: Señor tú tienes palabras de vida eterna.



Las personas que se marcharon humanamente tenían razón por que el lenguaje, la exigencia de negarse así mismo, el tomar la cruz y el dar la vida como Jesús, son la manera como le puede hacer frente a la injusticia, a la explotación, a la marginación de los más pobres y al pecado de todo ser humano, y ellos no estaban en esas condiciones de hacerlo.



¿A quién iremos? Este es un problema real frente a las actuales circunstancias de nuestro entorno. Ante tantas limitaciones vemos como surgen los gurús, los adivinos, los visionario, los profetas de pacotilla, los aducidos, etc., etc… que ofrecen seguridad, tranquilidad en decirte cómo será el mañana, estimulan aun optimismos efímero… pero en el fondo sus palabras dejan un vacío, Pedro aunque no entiende bien todo esto del cuerpo y la sangre permanece junto a Jesús por tiene palabras de vida, fuera de él no hay esperanza. ¿A quién iremos nosotros hoy?, de verdad que tenemos que saber elegir. Josué –gran líder de Israel- ya había lanzado un desafío a su pueblo: “Sino les parece bien servir al Señor, escojan  a quien servir…” (Jos. 24,15). Queramos o no hay que elegir, no se puede vivir sin un camino y una opción determinante, quedarse al margen de la vida es pecado.



¡Hasta pronto amigos y amigas online!




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EL RUIDO DE LA PALABRA

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