domingo, 29 de agosto de 2010

PADRE NUESTRO

EVANGELIO Lc 11, 1-13.
Autor: Lourdes Ramirez - Equipo Biblico.


La antigüedad cristiana nos presenta tres formulaciones distintas del “Padrenuestro”, la más concisa es la de Lucas que consta de cinco imperativos, la de Mateo tiene siete y la más amplia de todas con siete imperativos y una doxología en la Didaché que posiblemente depende de la redacción de Mateo y de l Cr 29,11-12.

Tanto Lucas como Mateo tomaron las formulaciones de la fuente “Q”, aunque tiene parte de sus propias redacciones. En Mateo la oración es parte del discurso de la montaña, y de algunas explicaciones que acostumbra agregar a las palabras de Jesús. En Lucas se dice que reproduce exactamente el texto “Q”, lo cual esta más cerca de las palabras pronunciadas por el propio Jesús.

En su mayor parte el “Padrenuestro” contiene conceptos propios del AT, y de la cultura de Israel, por su estructura, su ritmo y su contenido se parece a las plegarias de El Qaddish y las Dieciocho bendiciones. Las dos primeras peticiones se encuentran unidas en El Qaddish y las bendiciones tienen rimas, ritmos binarios y paralelismos parecidos a las peticiones del Padrenuestro. Por lo tanto el Padrenuestro es una plegaria judía en la medida en que se pueden encontrar en cada una de sus peticiones paralelos con el tesoro litúrgico de Israel, en este sentido es significativa la ausencia de una cristología, lo cual favorece la autenticidad del Padrenuestro.

El Padrenuestro comienza por dos peticiones escatológicas y prosigue con la evocación del tiempo presente en las tres ultimas peticiones, la ausencia de una petición mesiánica supone una escatología que se esta realizando.
Aunque arraigada en el judaísmo es una plegaria nueva por su invocación escatológica de Dios como Padre, en la que los primeros cristianos creyeron por haberla recibido del mismo Jesús, que fue citada y explicada a lo largo de su formación catequética.

En la comparación sinóptica observamos diferencias estructurales y divergencias de contenido, pero tiene en común la invitación a la oración. Entre las principales diferencias, Lucas ofrece una introducción narrativa, Mateo emplea un simple imperativo. Al vocativo “Padre” de Lucas, responde el “Padre nuestro que estas en los cielos” de Mateo.

Las dos primeras peticiones son idénticas. (Santificación del nombre y venida del Reino). Lucas ignora la tercera petición de Mateo (sobre la voluntad de Dios).
En la petición siguiente sobre el pan, los dos evangelistas transcriben el adjetivo enigmático “epiousios” en el que Lucas insiste en la duración, utilizando el imperativo presente que subraya por medio de las palabras “cada día”. Mientras que Mateo recurre al imperativo aoristo de aspecto puntual “hoy”.

En la petición de perdón, Lucas habla de “pecados”, donde Mateo habla de “deudas”. En la formulaciones varían: en Mateo, “como también nosotros hemos perdonado (aoristo) a nuestros deudores” (sustantivo plural); en Lucas, “porque también nosotros perdonamos (presente) a todo el que es nuestro deudor” (participio singular).

Por ultimo la suplica relativa a la tentación es simple en Lucas y doble en Mateo “y no nos introduzcas en tentación” es la parte común idéntica; “pero líbranos del mal” la ignora Lucas.

En la perspectiva diacrónica los dos evangelistas se apoyaron en la fuente común de los logia, las divergencias entre ellos se deben a las distintas redacciones, a las prácticas litúrgicas y a la piedad de su tiempo. Lucas respeta mejor que Mateo la organización general y la sobriedad formal del Padrenuestro. La Didaché que data de final del s. I y comienzos del s.II transmite una forma muy cercana a la de Mateo. El Padrenuestro tiene un muy probable origen arameo más que hebreo, ya que Jesús como más amigo de los pobres y de los sencillos, utilizo la plegaria en la lengua que practicaban cada día. Lucas posiblemente trabaja sobre el original, que es ya, una oración formulada en griego.

En la versión de Lucas, la oración consta de los siguientes elementos: una invocación al “Padre”, dos aspiraciones explicitas dirigidas a Dios, (en segunda persona del singular) y tres peticiones (en primera persona del plural).
En Mateo se amplían los componentes, una invocación más extensa, tres deseos sobre el plan de Dios y cuatro peticiones.

Con esta oración Jesús enseña y autoriza a sus discípulos a dirigirse a Dios como “Padre” (abba), que es la correspondencia aramea con la que él se dirigía a Dios, lo que implicaba intimidad de un ser cercano que se preocupa del hombre y cuida de él.

Ni Mateo ni Lucas entran en mas explicaciones sobre la paternidad de Dios, pero el trasfondo del arameo “abba” que Lucas traduce exactamente por” pater” deja entrever que se dirige a Dios en un ambiente comunitario, ya que las frases expresan una alabanza que brota del seno de una comunidad consciente de su filiación, donde se le pide su intervención escatológica, para que todos proclamemos que su nombre es santo y para que su Reino se manifieste entre los hombres con su llegada definitiva, es decir, que la soberanía absoluta de Dios sobre el acontecer humano llegue a su plena madurez y se manifieste como realidad consumada.

En la segunda parte, en la versión de Lucas se completa la alabanza a Dios con una triple petición para que socorra sus necesidades diarias de sustento, tiene que implorar su perdón, ya que el pecado es una realidad esencialmente humana y tiene que rogarle que no lo enfrente con situaciones en las que pueda peligrar su actitud de entrega y de confianza en el Padre. Como consecuencia de esta segunda petición se añade una frase explicativa que manifiesta la actitud de la comunidad, también los discípulos perdonan a todo el que les hace el mal.

Esta triple petición expresa por un lado la inquebrantable confianza y por otro la convicción de que la suplica será escuchada. Dos de las peticiones son eco de la experiencia fundamental del antiguo Israel. Remomerando aquella experiencia en que la actual comunidad cristiana pide al “Padre” el sustento de cada día y que no, los deje desfallecer. El punto de partida de esta segunda petición, es una toma de conciencia de la situación existente, en la que reconoce que se vive en un mundo de pecado, en el que él mismo peca, y a la vez es victima del pecado ajeno.

Ahora, ¿Cuál es ese pan que la comunidad debe pedir todos los días? Después de largas reflexiones vemos las explicaciones de Orígenes “nuestro para la subsistencia”, que él lo alegoriza como “ pan del cielo” iniciando de esta manera un proceso de interpretación que se plasmo en el adjetivo “supersubstancial” acuñado por san Jerónimo, con referencia a la eucaristía, sin embargo un buen numero de santos Padres, no tiene reparo por entenderlo como el pan “que sustenta la vida” y que se requiere para la constitución vital de nuestro cuerpo y para que el organismo desarrolle sus funciones.

La temática veterotestamentaria que presenta a Dios preocupado de proporcionar alimento a su pueblo, concretamente con el “maná”, viene en apoyo de esta interpretación material, que en definitiva es la natural de “ton arton hëmön ton epiousion” (el pan nuestro de cada día). Esta parece ser la explicación más convincente, al menos por el significado de la frase en estadio I de la tradición evangélica. Sin olvidar que una interpretación siempre esta sujeta a un proceso de condicionamiento por múltiples factores.


El evangelista se imagina a Jesús en la etapa final de un viaje, retirado de la ciudad o de la aldea, donde va a orar y cuando termina su meditación, prepara el tema de la conversación, y la doble mención de los discípulos del verbo enseñar. Tal como los rabinos instruían a sus discípulos, Mateo lo hace en las tres obras de piedad: oración, limosna y ayuno, y Lucas acude al ejemplo de Juan Bautista. La oración que les va a enseñar conviene a los discípulos y a la comunidad, ya que menciona “cuando recéis, decid”, es una invitación a uno, y a todos los que se unen en una celebración, lo que hace ver el doble uso del Padrenuestro, ya que se compara la figura patriarcal del padre, del pueblo o del rey, no del individuo, y detrás del vocativo “pater” hay que leer el arameo “abba” característico de la piedad de Jesús, cuyo Dios ama no solo al conjunto del pueblo, sino a cada uno de sus miembros, es lo típico en la enseñanza de Jesús y así paso a serlo en el Nuevo Testamento.

El Padrenuestro comienza por llamar y confesar a Dios, no con una alabanza, sino con un reconocimiento que se activa por el mismo Dios, a quien se le dirige una petición, luego por las mediaciones escatológicas que él determine y el encuentro entre el creyente y el Padre cumple un imperativo de manera proléctica, al decir “Santificado sea tu nombre” que se entra en Dios y se vincula a la figura que tomo este nombre en la historia y en la vida, como también al final de la vida y al final de la historia.

Luego el “hacer santo” se respetar la divinidad de Dios, tal como en el AT, los israelitas tienen que santificar el nombre de Dios, hay que engrandecerlo y glorificarlo. Dios mismo vela por el respeto que se le debe, ya que él, es único, es el que puede de verdad santificar su nombre y lo hace salvando a su pueblo, tal como lo explicita el añadido de Mateo “hágase tu voluntad”, al hablar de “tu” se ocupa por consiguiente de “nosotros”, que por lo tanto santificaremos el nombre de Dios, no solo con la oración sino también con la practica existencial y social.

El “reino de Dios” es una realidad que esta en el corazón de la predicación de Jesús y de sus discípulos, la presencia de Jesús ha acercado este Reino, el cual se asocia a la venida de Cristo, la Iglesia le debe su cuño escatológico, así como los creyentes pueden vivir de él, pues el Reino esta presente parcialmente (Lc 8,4-10), prolépticamente (Lc 17,20-21), y misteriosamente(Lc 8,10), con la proclamación de la buena nueva (Lc 8,1),lo cual no es condenación, sino restablecimiento del derecho y liberación de los oprimidos, sin embargo en su visibilidad y en su poder el Reino de Dios todavía esta ausente: es objeto de anhelo (Hch 1,6-8), de esperanza y oración (Lc 21,31). Esta connotación escatológica descubierta de nuevo en el siglo XX resulta decisiva: Jesús compromete a sus discípulos a que inviten a Dios, para que venga a restablecer con gloria, su Reino tan deseado. Pide también que la vida corriente, banal o dolorosa se coloque bajo el poder de ese Rey paternal.

El judaísmo esperaba este Reino, pero no esperaba que estuviera tan cercano ni que se hubiese insinuado ya en la historia, se pensaba que una vez que se resplandeciera la imagen de Dios en los corazones, podía restablecerse el reino de Dios. Como en efecto lo trasmite el “eleteto tu neuma su tu ayio ef emas kai katarisato emas” (venga tu Espíritu sobre nosotros y nos purifique). Esta lectura tiene una gran importancia, porque podría ser el vestigio de una versión lucana, sustituida por el texto mateano, debido al interés de Lucas por el don de Espíritu Santo. Aunque rara vez se habla de purificación, y hasta hace un siglo las opiniones estaban divididas, por lo que se piensa que corresponde al evangelio de Marción o a la influencia de alguna glosa.

La primera petición se refiere al “pan” que en la tradición bíblica es el alimento en sentido amplio. Compartir el pan es compartir la comida, comer en la misma mesa. Mateo siguiendo a “Q” centra la petición en el “hoy” inmediato, Lucas piensa en la duración de la vida y utiliza la formula de “cada día” invitando a Dios a la fidelidad cotidiana, en función de una vida duradera para los fieles y para la Iglesia, es decir, de una parusía en espera, expresando la esperanza en perseverar.
Por otra parte el pan no es considerado aquí como el fruto del trabajo humano. Es un don (diduo, “da”), es un milagro que viene de arriba. Es una convicción antigua, que el Padrenuestro propone o impone: El Dios de Israel alimenta a su pueblo desde que lo creó. Ese don es suficiente y proporcionado a las necesidades de cada uno. En el Padrenuestro vemos una petición análoga a la que existe en el pasaje de los Proverbios (Prov. 30, 9), que los creyentes tengan lo suficiente, que no corran el peligro de hundirse ni el la riqueza que les haría olvidarse de Dios, ni en la delincuencia que atentaría contra el nombre del Eterno.

Por lo que la expresión justa seria el pan cuya cantidad y limite ha fijado Dios para mi, según su designio y en previsión de mis necesidades. Por eso hablamos del “artos epiusios” del (pan para cada día). Esta petición del Dios que alimenta a su pueblo ha atravesado los siglos, como lo demuestra el relato de la multiplicación de los panes (Lc 9,10-17).

El enigma del adjetivo “epiusios” no facilita el responder de que pan se trata, ya que el termino no esta atestiguado en la lengua griega. En un papiro del s. V en donde es sustantivado en forma neutra, parece significar la porción de cada día. Las versiones siríacas lo traducen como “con lo que puede contar” “seguro”. La Peshitta por “el que conviene a nuestras necesidades” “necesario”. Las veterolatinas por “cotidiano”. Jerónimo mantiene el “cotidiano”. Mt 6,11 lo traduce por “sobresustancial”. El desconcierto se hace más evidente, si se leen las exégesis patrióticas. En Oriente es concebido como el pan espiritual, supersubstancial, esencial, el alimento de la fe, por la Palabra de Dios y/o por la eucaristía. En Occidente, Tertuliano piensa en los bienes espirituales que necesitamos, pero Cipriano quien redacto el primer tratado sobre el Padrenuestro, retiene un doble sentido espiritual y material. Agustín discute tres sentidos posibles, aunque conserva el sentido espiritual de la Palabra de Dios. Estas vacilaciones se deben, al sentido que dan estos autores a su etimología. En los exegetas contemporáneos, Epiusios tiene dos etimologías posibles según como se descomponga la palabra, y como las interpretaciones dependen de estas etimologías posibles se han clasificados en dos grandes grupos:

a) el pan del día que viene: este día es hoy o bien mañana, según perspectiva histórica o escatológica, en este caso el pan es material, enriquecido con las connotaciones bíblicas.
b) El pan esencial, o bien sea el indispensable para nuestra vida, el conforme con la naturaleza divina, el sobrenatural, la perspectiva seria sacramental o cristológica, en este caso el pan es espiritual, enriquecido por las reflexiones cristianas sobre la encarnación y las especies.

Como vemos la traducción griega modifica la perspectiva , sin eliminar el elemento cronológico que se mantiene en el “hoy” de Mateo y en el “cada día” de Lucas, la petición se refiere a un pan especial, a un pan celestial, divino, que la reflexión teológica relaciona con Cristo, Logos que alimenta el pan vivo de la eucaristía. Que en el primer caso, los creyentes expresan su hambre del Reino venidero; en el segundo caso, el de la palabra de lo alto. Así el tiempo y el espacio entran al servicio de la fe.

Mateo siguiendo a “Q” habla literalmente de las “deudas”. Lucas escoge la palabra “pecado”, literalmente la “falta”, aunque esta palabra no evoca la transgresión de un mandamiento religioso pero estaba implantada en plural entre los cristianos. La falta evoca las ocasiones fallidas, los defectos, lo no alcanzado, etc.

La segunda parte de la petición utiliza una comparación entre el obrar de Dios y el nuestro, que difiere entre Mateo y Lucas. Mateo recuerda la exigencia del sermón de la montaña, de reconciliarse con el hermano antes de presentarse ante Dios. Para Lucas el que es amado deja que desborde su amor. El “yap” evoca el compromiso de los que rezan el Padrenuestro, en Lucas la frecuencia del perdón no es cualitativa sino cuantitativa, Dios como nosotros, perdona al que se arrepiente.

Según W. Rordorf en Lord´s Prayer, 12-24. En todas partes el Padrenuestro se sitúa antes de la comunión, en conformidad con la reconciliación con el hermano antes de la ofrenda en el altar. En Oriente los fieles practican el beso de paz antes de rezar la plegaria, respetan la formulación de Mateo. En Occidente, se conforman con la de Lucas perdónandonos con en el beso de la paz. En ambos casos hay una verdad, en uno Dios perdona a los que practican el perdón y en el otro el perdón nos capacita para seguir a Dios.

“Eifero” seguido por “eis” significa en los Setenta “hacer entrar en “. Subjuntivo aoristo “me” es una forma de expresar el imperativo aoristo, lo que significa una prohibición precisa, el griego se traduce así “No nos introduzcas en la tentación”, lo que plantea un problema con la negación, ya que en las lenguas semíticas, la negación ante un verbo causativo puede recaer sobre la causa o sobre el efecto. Por tanto el original arameo pudo significar “haz que no entremos en la tentación”. Esta hipótesis preserva la santidad de Dios, que no incita al pecado y no tienta a nadie.

“Peirasmos,” no significa pecado, sino una prueba que conduce al creyente a renegar a Dios o rechazar a Satán, el Padrenuestro primitivo pensaba en la prueba escatológica, la ausencia de artículo nos deja en la vaguedad. Lucas que sabe poner la palabra en plural, esta convencido de que los discípulos se verán asediados por la duda, la ambición, obsesión por el dinero, por los bienes o placeres del mundo, por lo que necesitan perseverancia, fe, desprendimiento y otras virtudes, en estas condiciones humanas con la oración pedimos la ayuda de Dios para que no se arraigan en nosotros.

Los creyentes que pronuncian el Padrenuestro se sitúan entre los pecados cometidos y la tentación que amenaza. Su existencia no seria envidiable si no estuviera protegida por Dios, que escoge el perdón como argumento para dialogar y también opta por la libertad como marca del amor.

Por tanto el Padrenuestro invita a los seres humanos a no perderse, sino a encontrar una salida a la tentación y una fuerza espiritual para derrotarla.

El Padrenuestro se ha convertido en la plegaria por excelencia de los cristianos, no preocupan las diferencias, que hubo en las situaciones originales, donde Jesús explicaba la versión mateana a los doce y la lucana a los discípulos. Es un instrumento de piedad personal, forma parte de la catequesis bautismal, se integro a la liturgia eucarística, se convirtió en objeto de piedad. Es una oración que se inserta en la existencia, ya que caracteriza y orienta el destino.

Leonardo Boff dice en su libro dedicado al Padrenuestro (1979), que esta oración regula las relaciones entre los seres humanos y Dios, entre el cielo y la tierra, entre la religión y la política. Dios se ocupa de su santidad, de su Reino y de su voluntad, pero también cuida de las necesidades de los seres humanos, vinculando su vida cotidiana con el terreno de Dios. Por tanto el Padrenuestro es una plegaria de relaciones reciprocas y no hay verdadera liberación, sin el encuentro con Dios, y no hay encuentro con Dios fuera de una existencia social. Señala la ausencia de menciones cristológica y eclesiologicas, por lo que la oración tiene a Dios como sujeto principal frente a los humanos.

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