viernes, 30 de enero de 2009

CALLATE Y SAL DE ÉL

Mc 1,21-28

TEXTO.
21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 "¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios."
25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: "Cállate y sal de él."
26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen."
28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.


REFLEXIÓN

21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.

En un primer momento se señala el día sábado, que le ofrecía la oportunidad a Jesús de encontrarse con toda la población israelita observante. La sinagoga representa la institución a nivel local. Asistir el día sábado era obligatorio para participar en el servicio divino. En el momento que Jesús entra en la sinagoga la misma ya está constituida, por tanto no entra para hablar por el jefe de la sinagoga, el evangelista busca resaltar su autoridad en un lugar que es autoridad para los israelitas.

Cuando el evangelista Marco utilizar el verbo enseñar (didasko) es cuando Jesús se dirige exclusivamente a los judíos, que delante de Jesús pasan a ser sus discípulos. Esta parte del texto no explica en qué consiste la enseñanza pero se deduce por lo que ya aparece en Mc 1,15 que resume toda la predicación, es de suponer que su enseñanza versa sobre la cercanía del reinado de Dios y sobre las condiciones que exige. Jesús ofrece una nueva alternativa.


22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

El modo de la enseñanza de Jesús tiene su efecto en el público de la sinagoga, la misma causa asombro y genera autoridad. Esta autoridad no es jurídica e institucional, esta nace de la plenitud del Espíritu (Cf. Mc 1,10) y su condición de Hijo de Dios (Cf. Mc 1,11), en cambio la autoridad del letrado que estaba en ese momento y que no se nombra, es una autoridad conferida por la institución y su enseñanza se sustentada en citas, interpretaciones de textos sin experiencia personal, solo repite lo que sus maestro se habían enseñado.

La presencia de Jesús ofrece la posibilidad de distinguir entre autoridad verdadera y autoridad falsa. Jesús no busca imponer su enseñanza ya que no apela a la autoridad divina.

El modo de enseñar de Jesús y del letrado de la sinagoga lleva a los oyentes a emitir un juicio, distinguiendo así la autoridad verdadera de la falsa. Prácticamente la autoridad de los letrados es negada, institución judía como magisterio oficial no tiene nada que aportar, ya que solo producía creencia y sumisión. La autoridad de Jesús no pertenece al ámbito jurídico-institucional por eso es visto como un profeta. Por otro lado el juicio de la gente es libre y espontaneo no está manipulado por Jesús porque Dios habla por boca de su Hijo, estableciendo las bases para una autonomía y libertad con espíritu crítico.

23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 "¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios."

Estos dos versículos cambian drásticamente la situación. Un hombre, que no es designado como judío, está en la sinagoga y tiene un espíritu inmundo. Desde su interior experimenta la autoridad de Jesús. El estar poseído por espíritu impuro, lo coloca de manera antagónica con Dios, este espíritu lo priva de juicio y libertad, al estar poseído no tiene la vida de los hijos de Dios, su vida está sometida por un impulso contrario al amor y la paz.

La presencia de este hombre en la sinagoga demuestra que en la institución religiosa está presente la impureza interior del hombre. Su interrupción implica un juicio negativo en contra la enseñanza de Jesús que desprestigia la institución. En una palabra este hombre esta adherido a la institución oficial porque definitivamente el espíritu inmundo representa el fanatismo, la ideología, el poder y el dominio.
La presencia de Jesús causa al hombre poseso peligro y amenaza, especialmente en todo aquello que representa la sinagoga. Esta amenaza se traduce por destrucción, es decir contra la institución judía. El hombre solo ve una posibilidad destruir, y no la alternativa de la libertad. Incluso el Dios que menciona el hombre poseído, no es el Dios que Jesús experimenta en las aguas del Jordán. El Dios que menciona este hombre esta institucionalizado y sometido en el templo.

25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: "Cállate y sal de él."

La orden de Jesús es clara y enérgica, no admite diálogo alguno e intercambio de ideas mesiánicas. La orden no busca humillar su palabra devuelve la libertad. Si Jesús hubiera aceptado el título de ser el Santo de Dios, en boca de este hombre con espíritu inmundo, habría renunciado al Espíritu puro de Dios y hacerse cómplice de lo “inmundo” de la institución, además las pretensiones mesiánicas serian otra cosa totalmente distintas.

26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.

La palabra se cumple y el hombre es liberado, lo último que se deja oír es un alarido. Expulsar es liberar del influjo de la institución judía sobre el hombre.

27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen." 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

La acción de Jesús causa en la gente una inmensa impresión tanto así que llegan a comentar en voz alta. Ellos vinculan la enseñanza de Jesús y la liberación del hombre en una misma acción. Reconocen en Jesús un verdadero profeta que tiene superioridad sobre la institución, vista la situación así queda abierta la posibilidad que ellos se integren al programa de Jesús.

El texto culmina afirmando que la fama de Jesús se difunde por toda la región con rapidez (inmediatamente), lleva consigo también el descrédito de los letrados, porque la nueva autoridad de Jesús eclipsa la institución.

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EL RUIDO DE LA PALABRA

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